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Había días en donde te escribía una, dos o hasta tres cartas diarias, todo dependía de cuanto te había recordado y que tan inspirado estaba. Te envié mil cartas y terminaste por responder una. Escribiste: “¡Querido! Me es difícil escribirte, me es complicado volver a pensarte, no recuerdo mucho de ti, supongo que la culpable de que esta relación terminara fui yo. Quisiera que me explicaras ¿Cuál relación? Leí alrededor de mil cartas y en ninguna explicas el sentido de la vida que llevábamos juntos. Deseo entenderte, la realidad es que nunca lo haré, tampoco quiero decirte las cosas que hiciste mal ¡Vaya que hiciste muchas cosas mal! Tantas que soñaría por cambiar el pasado y remplazarlo por tus palabras que mueren en unas cartas agobiantes. No es lo que escribimos, somos lo que hacemos, demuéstrale a otra persona lo que afirmas en tus epístolas, a mí ya no. Entiendo que en el fondo eres una buena persona, comprende que la vida sigue y aunque ninguno de los dos pedimos que fuera así, el destino juega una parte importante y si estás tan enojado, discute con él, yo terminé al fin de leerte.”

Esas fueron sus últimas letras, ahogado en un mar de llanto con dos copas encima recordé el mar de letras que tuve que atravesar para tratar de olvidarla, nada me funcionó, el océano es tan grande y la tristeza tan profunda que pretendo naufragar en el olvido de alguien que no puedo olvidar.

La última vez que sentía que mi corazón lloró fue en la fila del banco, era muy grande y me tocó esperar y en la espera, terminé por desesperarme al punto de dirigir mi vista a la parte final de la línea, creí verla, una chica muy parecida a ella estaba formada, no pude quitarle la mirada de encima, más bien, no quería hacerlo, al verla el corazón se hizo pequeño, la sangre y el oxígeno le hicieron falta a mi organismo, la imaginación se fue por los nubes y me fue imposible no extrañarla, no volver a pensar en las caminatas nocturnas, las citas románticas y los besos apasionados que nos dimos bajo la lluvia. Una lágrima brotó, el sentimiento se agudizó y las ganas de escribirte mil esquelas que le hagan ver que no hay vida si no se pretende vivir. Desde su partida, la vida no sabe igual, los árboles no dan sombra, el sol no calienta, la lluvia termina por mojar más, las nubes grises descienden para llevarme a casa.

Las letras llegan cuando el corazón llora y mi corazón llora por leer las letras que relatan los errores que cometí, los agravios que hice para que decidiera partir. Mi corazón llora porque hace mucho que no encuentra a mi alma, mi alma se perdió y aunque sabe cómo regresar, no pretende hacerlo.

Una y mil veces lo intentaría, si no es en esta vida, hay cien en donde puedo volver a buscarla, hay mil en donde la encuentro y una sola donde somos felices.

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