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No recuerdo haber tomado mucha agua cuando era pequeña. Mi mamá siempre nos hacía limonada, por eso nunca tuve gripe. En mi casa el agua sabía a limón; ese sabor a “nada” de este líquido transparente se mantuvo escondido durante años. Muchas personas la detestan; aunque no tiene sabor, paradójicamente, no les gusta como sabe. Pero debemos ingerirla; nuestro cuerpo la necesita.

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¿Cuántas veces hemos escuchado que hay que tomar dos litros de agua al día? Algunos maniáticos cuentan los vasos que toman diariamente para cumplir con la cantidad recomendada. Otros, sencillamente, la beben sólo cuando les da sed; no les interesa hidratarse. En todo caso, no existe nadie que desconozca la importancia de este vital líquido para nuestra salud.

El agua transporta oxígeno a todas las células del cuerpo, y protege nuestros órganos y tejidos. También es importante para el correcto funcionamiento del cerebro, pues cuando estamos hidratados, las células de este órgano reciben sangre oxigenada. Además permite lubricar todas nuestras articulaciones, y es sumamente beneficiosa para nuestros riñones. Al tomar agua se eliminan de manera correcta los desechos y cualquier tipo de toxina a través de la orina. Asimismo, disminuye la aparición de cálculos y piedras en los riñones, previene las infecciones urinarias, y consumirla con regularidad evita la retención de líquidos en las personas.

Por otra parte, ingerirla evita que se sequen las mucosas que recubren la nariz, garganta, bronquios y pulmones, lo que reduce la posibilidad de contraer infecciones como gripe. También regula la temperatura del cuerpo, permite la absorción de los nutrientes y mejora nuestras defensas. Además, es beneficiosa para la digestión, y para solucionar los problemas de acidez estomacal.

El consumo de agua permite hidratar la piel, le brinda elasticidad y tonicidad, y mejora la apariencia de nuestro cabello y uñas. Igualmente, previene enfermedades bucales como gingivitis y caries. Por otro lado, acelera el metabolismo, permite quemar grasa del cuerpo, y combate el estreñimiento. Y cuando no sentimos débiles nada aporta más energía que el agua: es ideal para combatir la deshidratación que causa el desgano.

Existen ciertos momentos del día que son ideales para tomar agua. Beber un vaso en ayuno permite activar nuestros órganos, purifica el cuerpo y sirve como laxante. Ingerir un vaso de este líquido antes de bañarnos ayuda a bajar nuestra presión sanguínea; y tomar uno media hora antes de comer beneficia nuestra digestión. Antes de ir a dormir también es recomendable tomar agua, ya que evita posibles ataques al corazón, y calma el hambre a la medianoche.

Sin agua no hay vida. De hecho, luego del oxígeno, es lo segundo más importante que necesitamos para subsistir. Una excelente opción para aquellas personas que no son muy fanáticas de ingerirla, es agregarle ingredientes como pepino, limón o jengibre: son magníficos para aportarle sabor. Debemos estar conscientes de lo necesario que es este líquido para nuestro organismo; sólo ingiriéndolo de manera regular podemos estar realmente hidratados y sanos. No olvides tomar agua, tu salud se beneficiará enormemente.

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Erika De Paz

Comunicadora social caraqueña egresada de la Universidad Católica Andrés Bello. Instructora de Pilates y practicante de yoga. Adora leer, escribir y pasar tiempo investigando sobre el bienestar. La salud, la buena alimentación, el deporte y la felicidad son sus temas favoritos, y los protagonistas de este blog.

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