Voy a estrenarme en este espacio hablándoles de algo que descubrí hace dos años: el Pilates; digo descubrí porque para mí fue toda una novedad. Había escuchado de este método, y francamente no entendía por qué lo amaban tanto. Les confieso que la primera clase a la que asistí pensé que sería mi última. No es tan sencillo como parece, debes tener mucho control del cuerpo y, sobre todo, concentración. Y como la dispersión y yo somos las mejores amigas, tuve que batallar arduamente durante las primeras sesiones.
Comencé tomando clases porque quería certificarme en esto tan famoso entre las celebridades estadounidenses (cosa que, contra todo pronóstico, logré). Mi experiencia en cada una de las prácticas fue verdaderamente enriquecedora. Aquellos que sólo han observado las clases podrían pensar que es un ejercicio sencillo y aburrido, muy lejos de ser fuerte o exigente: los movimientos son lentos y no hay muchas repeticiones. Sin embargo, una vez que dejas de ser un simple espectador y comienzas a practicarlo (como yo), la opinión sobre el Pilates cambia drásticamente.
Este sistema de acondicionamiento físico creado por Joseph Pilates, y que se llamó en principio “El arte de la contrología”, tiene como enfoque principal que la mente es la que educa el cuerpo, y que existe un equilibrio perfecto entre nuestra parte física y nuestro espíritu. Por ello, el control es determinante en cada uno de los movimientos, de allí que la calidad sea más importante que la cantidad. El objetivo del Pilates es conseguir equilibrio muscular, tonificando los músculos débiles y alargando los que están acortados. Todo esto para obtener un mejor manejo de la fuerza, la flexibilidad y, por supuesto, el control.
Lo verdaderamente maravilloso de este método, y quizá una de las razones de por qué tiene tantos seguidores, es que no termina cuando se acaba la clase. Si entiendes la filosofía del Pilates, puedes llegar a aplicarlo a tu vida diaria, incluso en cualquier otro deporte que realices. En mi caso, lo pongo en práctica al momento de realizar Yoga, y créanme, he evitado sufrir ciertas lesiones. Una vez que entiendes los fundamentos y principios, empiezas a conocer un poco más tu cuerpo, tu templo, y tu perspectiva cambia.
El Pilates no sólo nos brinda bienestar, sus beneficios son muchos y uno de los más importantes es la felicidad que nos regala. Como bien dijo una vez su creador: “la buena condición física es el primer requisito para la felicidad”. Si comienzas ejercitando tu cuerpo con cualquier tipo de actividad, te aseguro que te sentirás más activo y alegre. Este método en específico se convirtió, para mí, casi en una adicción, por eso lo recomiendo ciegamente… ¡ah! y porque, a veces, la felicidad no sólo huele a cacao, una clase de Pilates te puede animar tanto como un pedazo de chocolate. Desenrolla tu mat, ¿te animas?
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Erika De Paz Comunicadora social caraqueña egresada de la Universidad Católica Andrés Bello. Instructora de Pilates y practicante de yoga. Adora leer, escribir y pasar tiempo investigando sobre el bienestar. La salud, la buena alimentación, el deporte y la felicidad son sus temas favoritos, y los protagonistas de este blog. |
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Comunicadora social caraqueña egresada de la Universidad Católica Andrés Bello. Instructora de Pilates y practicante de yoga. Adora leer, escribir y pasar tiempo investigando sobre el bienestar. La salud, la buena alimentación, el deporte y la felicidad son sus temas favoritos, y los protagonistas de este blog.