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La increíble historia de una inmigrante peruana cuya hija está en prisión acusada de la muerte de un niño. La insistenciade esta madre, ha logrado revocar la sentencia de por vida que pesa sobre su hija logrando que se le abra un juicio que debe empezar en Mayo.

Luz Fernández no quería que su hija Ada Cuadros se viniera a Estados Unidos, a reunirse con su tía, con la que se mudaría a Alemania. Quería que primero terminara su carrera. Pero en el 2004 la joven obtuvo su visa y llegó a Dallas, Texas, donde trabajó como nana cuidando a tres niños de una pareja norteamericana.

En el 2005, Cuadros había renunciado a su empleo porque regresaría a Perú, pero los padres de los niños le pidieron que los cuidara hasta que dejara el país.

Y ahí comenzó el calvario para ambas mujeres.

A los pocos días Cuadros llamó a su madre y le dijo que uno de los niños se había caído y le habían dado convulsiones. Al día siguiente ya no pudo hablar en español con su familia. Había sido detenida y encarcelada. La acusaron de dar muerte al pequeño.

Fernández batalló para conseguir una visa humanitaria para estar al lado de su hija, y finalmente dos meses más tarde logró viajar a los Estados Unidos.

 

“El ver a mi hija encerrada y no poder abrazarla. No poder tocarla. Y solamente verla a través de un vidrio, fue extremadamente difícil para mí. Muy doloroso. Fue un reencuentro donde me decía mi hija, ‘mami, no deberías haber venido. No quería que tú me vieras en estas circunstancias. Por favor mami, regrésate. No quiero que tú me veas en esta situación’. Y lloraba y lloraba”, relató Fernández.

Al año siguiente Cuadros fue sentenciada a cadena perpetua sin derecho a libertad provisional. Se le aplicó una fianza de $750,000.

Durante los años subsecuentes al encierro de Cuadros, Fernández ha luchado contra viento y marea, con el corazón tierno y férreo a la vez, que sólo una madre puede tener. Ha enfrentado el escarnio de la acusación contra su amada hija; el dolor de verla encerrada en la prisión, la soledad de no tener más familia en este país donde no conoce el idioma, el abandono de su familia, y la explotación para sobrevivir y seguir apoyando a su hija.

Para su manutención y conseguir un poco de dinero para las necesidades de la joven en prisión, Fernández ha trabajado más de 12 horas diarias limpiando mansiones y casas lujosas para ganar hasta $60 al día.

Ha organizado rifas y eventos para recaudar dinero para la defensa de Cuadros. Y le ha valido, pues la sentencia de su hija fue anulada y tendrá un juicio nuevo y justo, con pruebas que no fueron presentadas en su defensa durante el juicio inicial. Se espera que empiece en mayo de este año.

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