coco cortado con palmas
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Existe un lugar en Venezuela que guarda mucho de mis mejores recuerdos de infancia. Ese rinconcito con olor a mar todavía existe, se llama Playa Dorada y se encuentra en Machurucuto (un pueblo ubicado en el estado Miranda).

Mis fines de semana estaban llenos de palmeras gigantes, de arena caliente y de un mar de tonalidades marrones y azules. Esa playa infinita me regaló vivencias repletas de guacucos, insolaciones y cocos. Comí muchos cocos, pero jamás imaginé que su aceite se iba a poner de moda, o que la fruta como tal iba a ser considerada, por algunos, un superalimento.

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En muchos países, comer coco podría llegar a ser todo un lujo: al tener que importarlo, su precio puede ser excesivo. Afortunadamente, en la actualidad contamos con derivados como el aceite y la harina, que nos permiten beneficiarnos de sus propiedades sin necesidad de vivir en países con climas tropicales.

Algunos aseguran que el coco es un fruto seco; otros afirman que es una semilla. Sin embargo, en términos generales se refieren a este alimento como una fruta, una fruta exótica bastante versátil de la que podemos consumir su carne y agua.

La pulpa de coco es rica en minerales como el magnesio, fósforo y calcio, lo que no solo ayuda a que tengamos una uñas fuertes, sino unos huesos de acero. También tiene mucha fibra (ideal para combatir el estreñimiento) y es estupenda para eliminar parásitos.

El agua de esta fruta, por su parte, es baja en azúcares y grasas, pero alta en nutrientes. Contiene vitamina B y C, por lo que tomarla con regularidad nos ayuda a tener una piel hermosa. Además, aporta magnesio, fósforo, calcio, sodio y potasio; de hecho, tiene más potasio que un cambur (maravilloso para el fortalecimiento de nuestros huesos).

Igualmente, sirve para regenerar la flora intestinal, ayuda a subir las plaquetas y es estupenda para hidratar luego de realizar ejercicios intensos. Es buena para nuestro corazón y reduce la presión arterial. También es diurética, sirve para eliminar toxinas y limpia los riñones.

Otra forma de consumir este alimento es ingiriendo su aceite, una fuente rica en ácidos grasos (90 % de su composición corresponde a este tipo de ácidos grasos). Este potente antioxidante fortalece el sistema inmunológico y reduce los niveles de colesterol y triglicéridos en la sangre.

El ácido láurico que contiene el aceite puede matar virus, hongos y bacterias. Consumirlo de forma natural ayuda a acelerar el metabolismo y controla el apetito, por ello es incluido en las dietas para adelgazar. El aceite también  puede ser usado de forma tópica (para hidratar la piel y el cabello)  y sirve para lavar nuestros dientes (algunos aseguran que detiene la caries y fortalece la dentadura).

Ciertamente, su contenido calórico es alto, por lo que debemos consumirlo con moderación (una cucharada tiene, aproximadamente, 140 calorías y, aun cuando tiene las mismas calorías que el aceite de oliva, el de coco aporta muchos más gramos de grasas saturadas).

Siempre será mejor comer cocos de forma natural: tomar el agua directo de la fruta no tiene comparación. Hace mucho tiempo que no visito esa playa. Hace mucho tiempo que no como coco; no de esa manera, no con el mar enfrente. Espero hacerlo de nuevo; mientras tanto me conformaré con el agua procesada y el coco rallado deshidratado que se encuentra en los supermercados.

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