Mi abuela ya está mayor. Pero uno suele pensar que los abuelos son mayores siempre, y que permanecen así, sin importar el paso de los años. Sin duda alguna, ellos constituyen uno de los pilares fundamentales de la familia: son especiales, maravillosos, y tienen una capacidad inigualable para consentirnos, y para contarnos historias asombrosas. Pero sus cuentos, a veces, tienden a perder detalles y dejan de ser claros. Parecen tener, al igual que ciertos productos, fecha de vencimiento; una fecha que sin conocerla, irremediablemente, llega.
Olvidarse completo de las cosas se ha vuelto algo rutinario en la vida de mi abuela. Quizá ella no fue la más disciplinada de las mujeres: no tenía los mejores hábitos alimenticios ni llevaba una vida del todo saludable. En su juventud fue una persona sedentaria, nunca decidió ejercitarse; y su único pasatiempo era pintarse las uñas. Su alimentación a base de carbohidratos y frituras carecía de vegetales y frutas; y en vez de distraerse leyendo novelas, prefería llamar por teléfono a todos los contactos anotados en sus agendas de 1800. Su memoria, evidentemente, se ha visto afectada por las malas costumbres con las que ha vivido por casi nueve décadas.
Sin embargo, la pérdida de memoria no es algo exclusivo de las personas mayores, todo el mundo puede llegar a padecerla. Pero ¿realmente es posible frenar ese olvido que la mayoría de las veces termina invadiendo nuestra cabeza? Al parecer, y según varios estudios, si tomamos en consideración algunas recomendaciones, podremos mantenernos lúcidos por mucho más tiempo.
Ya sabemos que somos lo que comemos: esta frase trillada, jamás ha perdido vigencia. Si queremos tener una mente brillante, debemos alimentarnos de forma balanceada. El consumo de pescado y frutas es esencial para evitar perder la memoria. Además, resulta necesario dejar a un lado la ingesta excesiva de sal, y de alimentos con colorantes, pues contribuyen a la inflamación del cerebro. Por otra parte, es importante incluir frutos rojos en nuestra dieta diaria, ya que ayudan a retrasar hasta dos años y medio el deterioro cognitivo causado por la edad, gracias a sus altas cantidades de antioxidantes. Consumir huevos también es estupendo para desarrollar la memoria: son ricos en vitamina B, antioxidantes y ácidos grasos omega 3 (sustancias que encontramos de igual manera en los frutos secos y el aguacate).
Hacer ejercicio es imprescindible para fomentar el desarrollo de las neuronas, y reducir los niveles de ansiedad y estrés, permitiendo mantener nuestro cerebro sano. Dormir ochos horas diarias, igualmente, es ideal para crear nuevas conexiones neuronales que nos protegen del alzhéimer y la demencia senil. Asimismo, para evitar que el cerebro se atrofie, debemos ejercitarlo con la lectura. Cada vez que hacemos esto incrementamos la reserva cognitiva, y nos obligamos a pensar, a memorizar situaciones y a interrelacionar historias. Aprender un nuevo idioma también permite entrenar este importante órgano, pues debemos manejar un vocabulario nuevo; así como jugar ajedrez y hacer crucigramas, los cuales son magníficos para evitar que nuestro cerebro envejezca de forma rápida. Además, los juegos de mesas nos permiten socializar que, según varios estudios, regenera nuestra mente.
Cuidar nuestro cerebro es, sin duda, una manera de mejorar nuestra vida. Si tomamos en consideración estas recomendaciones, podremos preservar nuestra memoria, y evitaremos que nuestras historias se desvanezcan. Después de todo, siempre nos interesará contarlas sin lagunas mentales de por medio, y poder transmitirlas (sin perder detalles) de generación en generación.
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Erika De Paz Comunicadora social caraqueña egresada de la Universidad Católica Andrés Bello. Instructora de Pilates y practicante de yoga. Adora leer, escribir y pasar tiempo investigando sobre el bienestar. La salud, la buena alimentación, el deporte y la felicidad son sus temas favoritos, y los protagonistas de este blog.
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