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Quisiera recordar la última vez que me trataste bien, aquella ocasión en donde fuimos iguales y no te sentías superior, trato y trato de recordar el momento en donde te di tanto poder sobre mí, no lo sé, quizá lo hice, quizá te tomaste una atribución que no merecías.
Podría decir todas las cosas que me encantan de ti, hoy el peso de tus defectos es más grande, lo que algún día me enamoró, se convirtió en la condena de una perdición que se ve dentro de un laberinto, con una sola salida.
Los detalles desaparecieron, me gustaba cuando llegabas a casa con un obsequio, me decías que habías pensado en mí y por ello lo compraste, seré franca, me gozaba más las atenciones de un “¿Cómo estuvo tu día?” me hacías sentir valorada. Ahora tengo de ti un mero desprecio, siento que dejaste las pequeñas pinceladas de la vida, aquellas que hacen grande a lo más mínimo.
Si te debo algo, quisiera pagar mi deuda y retirarme, creo que ésta, está sobre valorada, me sale más caro quedarme que irme, no sé qué más pueda dejarte, tienes mi cuerpo, mi alma pero ni mí dignidad, esa no se compra con nada y no es moneda de cambio, lo siento, no soy lo que quieres, soy lo que soy, no podemos cambiar eso.
Te preguntarás ¿Cuándo es qué todo esto pasó? La respuesta se basa en pequeñas acciones, en vez de agarrarme de la mano y caminar juntos, caminabas a un metro de mí, en lugar de escuchar mi opinión, dictabas tu creencia por encima de la racionalidad y la comunicación, en vez de apoyarme, me usabas para ponerte en el podio, ganando una competencia en donde el único competidor eras tú.
No todo está mal, puedo rescatar que ahora sé, lo que no quiero de cualquier persona y podría agradecerte pero caminaste muy rápido, me toca caminar, trotar o correr, lo haré a mi ritmo, lo haré sola, no te alcanzaré, si llego a pasarte, te prometo no detenerme.
Sigo sin entender ¿A qué hora estuve a tu pies y no a tu altura? Posiblemente te di todo de mí, incluso te di las respuestas pero no las preguntas y eso genera duda, las dudas se convierten en inseguridades, la inseguridad nos orilla a la toma de decisiones hechas por el instinto y no por la razón, pensar con el corazón, no es la respuesta, pensar con la cabeza, es la solución.
Ésta soy yo, real dentro de todo, acabé con el sentimiento y la razón me está salvando de un inminente declive emocional, físico y hasta mental. Me río de la gente que afirma que un sentimiento no se pierde en segundos, en algunas personas, el sentir se ve opacado por el pensar y sí, todo puede desaparecer en cuestión de segundos o acciones.
Acepto que fuiste la forma más bonita de perder el tiempo, agradezco pero no olvido, si llego a enamorarme de nuevo, será de una persona que entienda la diferencia de tenerme a sus pies con tenerme a su altura.
No busco regalos, tampoco halagos innecesarios, mucho menos palabras bonitas que endulcen el contexto agrio que la sociedad emite, prefiero un cariño sincero, un abrazo espontáneo y una admiración mutua, que la pasión se desborde en todo lo que hagamos, que nuestro amor propio, siempre se ponga por delante de todo recordando que el placer emocional puede llegar en la ayuda de los demás.
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