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Hay tantas cosas que quisiera decir que dudo en la existencia de las palabras para formar mis pensamientos y concretar los sentimientos que desnuden mi alma, quisiera enseñarte quien soy, lo que tu trabajo ha conseguido.
Recuerdo tantos festivales, en unos declamé, en otros bailé, pero en todos puse el sentimiento y corazón a flote, sabía que me veían, se burlaban de mí, nada se interpuso con esa interpretación que con tanto amor y cariño hice, vi sus frutos cuando las demás madres aplaudieron por compromiso y tú lo hacías por orgullo haciendo caso omiso.
Me encantaría recordar la última vez que te sentiste orgullosa de mí, sé que no lo dices pero se te nota la preocupación cuando presientes que no sé qué hacer con mi vida, admito que no sé qué me deparará el destino, no te preocupes, no todo lo puedes controlar.
El 10 de Mayo representa el día de la madre, me enseñaste que no hay fecha para festejarlo, tú eres madre en navidad, en el día de los muertos me enseñaste de manera indirecta que sí le temo a la muerte, no precisamente a la mía. Te convertiste en rey mago, me hiciste creer en la magia, misma que llega a la hora que sonríes. Hoy no es tu día, hoy es la muestra perfecta de que dios existe, creó el ser más perfecto y aunque tengas defectos, te amo, entendí que el amor es una decisión, otra enseñanza que hiciste, me amas con todos mis defectos, aunque afuera crean que soy un monstruo, en casa se dice que soy especial, en mi cabeza siempre llegan aquellos “Fuiste lo peor que me pudo pasar” que rápidamente se sustituyen por: “Fuiste lo mejor que me pasó” emitidos por ti.
Podré ser deseado, podré ser un error, una equivocación o un accidente, de cualquier forma, agradezco que seas tú la madre que no escogí, no hay persona que me entienda más que tú, una mirada sustituye las palabras pero en tu caso, sustituyes todo con un abrazo.
Si ya no estás, quiero decirte que seguiré caminando por los pasos que dejaste, no por imitarte, por engrandecer la figura que fuiste, impusiste amabilidad, generosidad y lealtad, eso me inspira aún en tu partida, no te veo pero te siento, estoy bien, gracias por haber estado, me toca continuar pero en un futuro estaremos juntos, festejando los 365 días del año.
En el dado caso que yo tuviera que irme antes que tú, deseo decirte que no fue mi decisión, hay preguntas que no se tienen respuestas terrenales y en cambio, encontrarás las réplicas a tus cuestiones cuando nos volvamos a ver.
El futuro es lo más incierto que tenemos, la muerte se hace presente todos los días, si mañana te toca marchar, me dolerá, englobaría todo con un simple GRACIAS por todo lo que hiciste por mí, fuiste mi mayor fan pero mi crítico más duro, aquel que aunque odiaba, siempre tenía razón.
Si me marcho mañana, pon la frente en alto, es probable que no fuiste la mejor madre pero eres la madre que siempre defendía, la que a pesar de todo, admiré, no entendí pero respeté.
No sé para donde voy pero sé de dónde vengo, quien me crio y sobre todo, quién me inspiró. Quisiera revivir aquellos momentos de niñez cuando me curabas las heridas por jugar en la calle y sólo escuchaba tus regaños que eran minimizados por el dolor. Es irónico que ambos pidamos que yo sea niño de nuevo, puedes pensar que ahora que el tiempo avanzó y maduré, no te necesite, te necesito más que nunca, tus abrazos deberían ser la medicina que en todos los hospitales esté, siempre curaste todo con ellos.
Sé que llegó el momento en que tu vida se resume en la gloria que he tenido, mis logros se convirtieron en los tuyos y las derrotas las tomaste propias, has tratado de levantarme y aunque lo agradezco, te digo, déjame poco a poco, nadie está preparado para la prueba más difícil, tu ausencia y si falta mucho o poco, el presente es mi mayor regalo para ti, es lo más valioso que puedo darte.
Si un día me gradúo, me titulo, me vuelvo gobernador, presidente o gano un Grammy, créeme que no se comparará como cuando llego a casa y le doy un abrazo a mami.
Aquellos momentos simples, se convirtieron en un emblema, la limpia de la casa en plena noche buena escuchando a José José, Juan Gabriel o si te habías enojado con papá, Pimpinela. Creías que no me daba cuenta, estuve en todo y no estuve en nada, ahora que crecí, lo entendí mi querida guerrera.
El estrés jamás te dejó, me gritaste, quizá hasta golpeaste, no quiero recordar eso, entiendo que el querer que las cosas salieran bien y a favor de nosotros, te sobrepasaba al punto de explotar.
Tuviste la fuerza para sacarme adelante, con o sin padre, te recordaré como mi héroe, aquella que me enseñó a leer, escribir y hasta sumar, no entiendo como lo lograste, pero lo hiciste, eso es la muestra de que nadie nace sabiendo la profesión de padre, aprendiste muy bien y se ve reflejado en cada consejo que me das.
Jamás seré el hijo perfecto, lo intento pero, no lo lograré, eso es un hecho, me conformo con tu orgullo y espero que con este escrito, entiendas que soy el escritor que escribe lo que le nace, no lo que piensa, si así fuera, me faltarían palabras y hojas para decirte lo mucho que te amo, lo mucho que te extrañaré cuando no estés, lo orgulloso que estoy de que seas mi madre y si tuviera que hacer un libro, lo titularía “Amor Incondicional.”
Fragmento dedicado a: Mireya García Montero y Graciela Montero Vargas.
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