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Me tomé cinco minutos para parar, escuché al tiempo susurrarme que no me esperaría y no me importó, quería quedarme callado, sentir el silencio que en ocasiones dice más de lo que creemos, preferí cerrar los ojos, abrir las palmas de mi manos y apreciar que la energía fluye tanto como estas palabras que al final no logran describir la emoción que sentí al darme cuenta que soy un hombre ilustre que lo tiene todo y no necesita nada.
Podría haber deseado algo, tomar tus manos mientras tu voz poco a poco fuera disminuyendo y tu corazón se tranquilizara, latiera cada vez más lento y es que eso encontré en mi pausa. Una paz, una tranquilidad que me cobija en cada platica contigo, en cada abrazo, en cada beso tierno que me robas o me pides, en cada anécdota que me cuentas y que antes me enfurecía escuchar por no tener la fórmula de regresar el tiempo y vivir esos instantes contigo, ahora; escucho, solo escucho y agradezco que hayas vivido todos esos momentos sin mí, antes de ti nunca fui el hombre que quería, siempre tenía en mente lo que debía hacer y a pesar de eso, había una fuerza mayor y oscura que me impedía avanzar. El orgullo mata, la prepotencia asesina hasta al noble más noble de todos. Percibo tus labios moverse y siento unas ganas inmensas de callarlos a base de caricias, a base de besos, unos que no se puedan explicar, se deban sentir y en ese sentir, florezcan las ganas de no irte de mi lado nunca formando en tierra una historia que se convierta en leyenda, unos nombres que sean mitos y un amor que parezca imposible.
No te diré lo bueno que soy o las cosas trilladas que encuentras en la literatura romántica, te diré que sin ti, conocí un mundo en donde la felicidad se basaba en el egoísmo, no en el amor. Te diré que las cosas hermosas de la vida aparecen cuando cerramos los ojos y sentimos, bajamos las expectativas y comenzamos a sentir el presente dejando de lado la especulación del mañana y la mentira del ayer.
Entre más te veo, más siento que la vida me regaló un amor que podría decirse no merezco, pero que si necesitaba y aunque no me daba cuenta, pretendo cerrar más a menudo los ojos para sentir y abrirlos para expresarte todo aquello que me haces percibir.
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