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El alcoholismo de generación en generación. La enfermedad, es contagiosa, mortal, neurótica, triste porque hace mucho daño, tanto a la persona que la padece como a las personas que le rodean, lesiona severamente todos los órganos del cuerpo y afecta las emociones, la mente y el espíritu, el enfermo transmite frustración, dolor, impotencia, culpas, miedos, complejos y no entiende la magnitud de su problema, solo hasta que empiece a tocar fondos, fondos muy severos y crueles, en mi caso, la droga, el alcohol que para el caso es lo mismo, me quitaron todo lo mejor que tenía en la vida, no hay borracho, ni drogadicto que no lo pierda la dignidad, se humilla con tal de obtener un trago o una droga, se mantiene dando el espectáculo en bares, cantinas, en fiestas familiares o de amigos, se vuelve una persona mentirosa, irresponsable, sucia en su persona, sin ilusiones, sin metas en la vida qué alcanzar, pierde el respeto por las demás personas y se pierde el respeto a sí mismo. Es una persona negada, no acepta que tiene una enfermedad y menos aceptar ayuda, es soberbio, egoísta y solo cuando toca fondo, acepta que tiene el problema, se ubica en la realidad, pero paga el precio de sufrir, soledad, abandono, delirios de persecución, y experimentar lo que es la verdadera locura, ver y sentir al mismito diablo; algunos no logran salir de ese infierno, otros, se recuperan solo por la gracia de Dios.

La decadencia de la juventud. En la actualidad, tenemos jóvenes ingobernables, mal educados, perezosos, apáticos, tristes, soberbios, rebeldes, inestables, callados, deprimidos, jóvenes distantes, ajenos a la realidad y al entorno familiar, tenemos un serio problema con la juventud, sean niños, adolescentes, jóvenes, y esto que estamos observando, es el reflejo de lo que están viviendo en sus hogares, es la influencia de las personas que los rodean, es lo que aprenden con los amigos, en fin, es el pésimo ejemplo que les estamos dando los padres de familia, somos neuróticos, nos comunicamos a gritos, llevamos una pésima relación de pareja, somos desordenados con nuestras cosas, no recogemos la ropa sucia, no le bajamos a la tasa del baño, tiramos basura, nos peleamos con el vecino, no respetamos los señalamientos de vialidad, en fin, somos un desastre como padres y no asumimos que tenemos mucha responsabilidad en el comportamiento de nuestros hijos, ellos son el producto de lo que les enseñamos y transmitimos, son el reflejo de la enseñanza que les damos en casa, y peor aún si el alcohol y las drogas son parte de nuestro diario vivir; tenemos que estar conscientes del daño que les estamos ocasionando, y no solo eso, sino tenemos que corregir el rumbo, mejorar en todo sentido como familia, tener una mejor y mayor comunicación con nuestros hijos, más que ser sus padres, seamos sus mejores amigos, de lo contrario, vendrán serias consecuencias y los daños causados serán irreversibles.

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Severos daños por el Alcohol. Esta enfermedad es crónica y mortal, se caracteriza por la pérdida de control y la incapacidad para abstenerse de beber. Las personas que desarrollan la dependencia al alcohol ven progresivamente afectadas todas las áreas de su vida. El deterioro físico es grave, y su vida social y familiar se ven afectadas seriamente. A lo largo del tiempo el alcoholismo también va minando la energía y los recursos de la familia y ejerce un impacto severo sobre ésta. El impacto del alcoholismo o drogas como enfermedad dentro de una familia, genera divorcios, depresiones, problemas laborales, accidentes, suicidios entre otros. Dado que el alcohólico presenta rasgos de personalidad, actitudes y conductas disfuncionales que progresivamente le llevan a un deterioro físico, psíquico, social, familiar, laboral y económico, los hijos reaccionan tratando de controlarlo, disculparlo o esconderlo. Además experimentan una ansiedad constante y se obsesionan con la forma de beber de un padre alcohólico. Ante su impotencia para controlarlo, experimentan rabia y consecuentemente lo agreden y recriminan. Se culpan a sí mismos y sienten dolor. La envidia en las personas, nace de la herencia genética y del pensamiento alcohólico, una ser envidioso, es un ser vacío, insatisfecho, inmaduro, por demás inseguro.- Mediocre.

La negación a todo que da. Una de las reglas en la familia del alcohólico, es la de no poder hablar de lo que sucede, ocultar que se está viviendo un problema y serio. Esta regla de no hablar es tan fuerte, que cuando los hijos llegan a ser adultos, tienen dificultad para expresarse, reprimen sus sentimientos y emociones, no se permiten sacarlos ante nadie, éstos hijos experimentan dolor, temor y coraje, sentimientos están directamente relacionados con el comportamiento del padre o la madre alcohólicos. Los hijos se reprimen, pero a costa de su salud y bienestar emocional, así como se ve mermada su habilidad para comunicarse abiertamente cuando son adultos. Otra característica que rige al hijo del alcohólico, es la necesidad de negar lo que sucede, y afirma que no existe necesidad de cambiar nada, que todo está bien. Esto genera que cuando se es adulto, se tiene dificultad para expresar sus emociones y sentimientos, además de negar y no aceptar las experiencias dolorosas que se vivieron en su infancia o juventud, también se avergüenza y su autoestima anda por los suelos, se aparta de la sociedad y cuando está en familia, se aísla emocionalmente de ella. Cuando es adulto, se le dificulta poder confiar en las demás personas y establecer relaciones adecuadas.

Un gran vacío espiritual. Cuando existe el alcohol de por medio, con frecuencia, existe abandono de responsabilidades de los padres para atender bien a los hijos, sus horarios de comida, higiene personal, atención médica, escuelas, etc., lo cual ocasiona un sentimiento de temor y soledad en los hijos lo cual persiste aún en la edad adulta. Los hijos del alcohólico reciben el mensaje de no ser queridos y de ser un estorbo. Como consecuencia, muchos hijos de alcohólicos manifiestan tener este sentimiento de abandono aún cuando sus padres nunca los dejaron solos. La sensación de abandono proviene del hecho de que el padre alcohólico pudo haber estado físicamente, pero no emocionalmente presente. El resultado es una baja autoestima que experimentan los hijos cuando son adultos. La rabia a su vez se manifiesta en resentimientos y desconfianza. Sin embargo, en su familia tuvo que reprimirlas ya que ésta no permitía que expresara sus sentimientos. La dificultad para confiar en los demás en la vida adulta está relacionada con el hecho de no haber podido confiar en sus padres. El abandono que experimenta el hijo de alcohólico le ocasiona dolor y esto incluye a su vez sentimientos de soledad y tristeza que aunque se empeñe en cubrir, se reflejan en sus conductas y actitudes. En general, a los hijos de alcohólicos se les dificulta relajarse, padecen dolores de cabeza, hombros y cuello tensos o dolor de espalda, todo esto como resultado de haber crecido en un ambiente altamente negativo. Hay hijos de alcohólicos que repudian beber, pero sin duda, están enfermos de sus emociones.

Una vida sin rumbo. Las consecuencias tanto para el alcohólico como para las personas cercanas a él, son graves, todos los miembros de la familia quedan dañados física, mental, emocional y espiritualmente, la convivencia y comunicación están destruidas, las emociones negativas generan problemas de salud y trastornos emocionales severos, y los hijos son presa fácil para que caigan en las adicciones, tenemos que reaccionar, y pronto, las familias enteras se están desmoronando, todo lo vemos con indiferencia y creemos que a nosotros y a nuestros hijos nunca nos va a pasar, y cuando menos lo pensamos, ya estamos dentro del problema de las adicciones. Blindemos a nuestros hijos, con una mayor y mejor comunicación en la familia, dando mejores ejemplos y más amor, debemos estar actualizados en temas sobre adicciones y enfermedades emocionales, cómo debemos actuar cuando un hijo o algún ser querido está a punto de caer en las drogas o ya está dentro de ellas, que no nos tomen por sorpresa estas enfermedades del alma, porque ya estando dentro de ellas, el camino que tenemos que recorrer, será muy difícil, cruel, desgastante y aterrador. Hay que tapar el pozo, antes de que el niño se ahogue. Una sonrisa por dentro y otra por fuera y muchas gracias por leerme y más por escribirme. [email protected] Como siempre a tus órdenes 614-256-8520, sigue la huella en Twitter @teo_luna, búscame en Facebook, mis libros están a tus órdenes en crisiscreces.com

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