Yo lo viví
Ahora le llamo la loca de la azotea, a la paranoia que en mi caso, tuvo muchas características, como el pensamiento obsesivo, recurrente, patológico, sicótico, me volví loco, perdí el sano juicio por mis pensamientos repetitivos como un disco rayado, me sentí amenazado, presentía que en los ductos de los aires, yo los veía, los escuchaba, querían bajar a mi casa y matarme, generé mis delirios, toda una película de terror, fui capaz de leer mensajes de muerte en las paredes, alfombras de mi casa, mensajes de terror, no vivía, dormía de día y de noche era víctima de mis delirios de persecución, de mi mente enferma viendo moros con tranchete y por supuesto que nadie veía nada de lo que yo si veía y lo afirmaba, como leer textos en una hoja seca de un árbol que se llama Sicomoro, escuché música satánica, leía mensajes y amenazas de muerte en mi máquina de escribir; perdí el sano juicio, sentía que me observaban, veía luces y siluetas a través del cristal aplomado de la puerta de la entrada de mi casa, todo ello, era la causa de mi consumo excesivo de cocaína, morfina, alcohol y pastillas antidepresivas.
Delirios de persecución
Perdí mi libertad, cuando iba manejando o a bordo de un vehículo, no dejaba de mirar atrás por el espejo retrovisor.- Nos vienen siguiendo.- y daba vueltas de un lado a otro para confundir al enemigo, sentía pasitos en la azotea, muchas veces me encerraba en los hoteles y constantemente me asomaba a través de las cortinas escuchaba voces, sentía la presencia de hombres que de un momento a otro iban a entrar a mi cuarto y me iban a hacer daño, me agachaba y me quedaba buen rato observando el pasillo a travesé la rejilla de abajo de la puerta, muchas veces, observaba a detalle una antena de altura en un hotel de ubicación para los aviones, se prendía y se apagaba, yo daba por hecho que eran señales para el plan de ataque, inclusive llegué a generar varias veces que de un helicóptero iba a bajar un escuadrón por mí y me iba a llevar a un rumbo sin fin, lo más triste, es que nadie me creía y eso me hacía sentir mal, no encontraba eco y por supuesto, me tiraban a lucas. Fueron noches enteras descifrando mensajes, buscando muestras de que me querían matar, encontraba colillas de cigarros, platos y vasos sucios, vaya en plena decadencia mental. Celotipia infernal, celos obsesivos
Voy a las escuelas con niños de primarias y jóvenes de secundaria y prepa, con el firme deseo de que nadie caiga en donde yo caí, deseo que nadie sufra lo que yo sufrí. Recuerdo que mi mujer se había ido de viaje con mis dos hijos a Tijuana y mi mente enferma comenzó a generar que ella me engañaba y me aboqué a la tarea de buscar por toda la casa, debajo de los cojines de los sillones de la sala, en el closet, en la cocina, en la lavandería, en todos lados, muestras de semen y vello púbico, obsesionado en que mi mujer tenía varios amantes, que dejaba sus muestras al limpiar sus partes en pañales, en muñecos de peluche, calcetines míos, ropa interior de ella, y en tantas y tantas cosas que noche a noche fui juntando en un costal, me volví loco buscando y buscando, daba por hecho de que ella me engañaba, de coraje, frustrado, con ira y miedos, me sentaba frente a la chimenea en plena primavera y la encendía a todo volumen, ahí quemaba cada pertenencia de mi mujer que había despertado mis sospechas. Los empleados domésticos no daban crédito de mis delirios, callados hacían sus labores y sorprendidos por mis interrogatorios.
Emergencia 060
Tuve lo que cualquier hombre puede aspirar, familia, propiedades, dinero, poder y disfrutaba lo que hacía, producía y dirigía un programa de radio en red estatal, La voz de Chihuahua… El otro sabor de la noticia, con un rotundo éxito, soy bebedor desde los doce años de edad y tuve una carrera alcohólica, toqué todo tipo de fondos, pero nada que ver con los fondos que toqué gracias a la cocaína, comencé a inhalar en cantidades industriales el polvo blanco, ligada a mi dependencia, llegó acompañada de mis trastornos mentales, la droga me robó mi familia, mi trabajo, mis bienes y me despojó de todo, me corrieron de la radio, perdí el sano juicio, y cada noche, marcaba yo el 060, el teléfono de emergencias de la ciudad de Chihuahua, México, y de inmediato llegaban hasta 15 patrullas, los oficiales entraban a mi casa y yo describía por donde habían huido los ladrones, los supuestos asesinos, les descifraba, les leía los mensajes que me dejaban con sangre y excremento en los espejos, en las paredes, vivía solo, ya mi mujer me había abandonado debido al pésimo trato que le daba y esta historia de terror se repartía una y otra vez, fui víctima de la paranoia, de mis delirios de persecución, de mi celotipia infernal, de mis pensamientos enfermizos, patológicos, sicóticos. Lo perdí todo y dos de mis fondos más severos fue la locura y la soledad.
Mi problema, no es solo alcohol y drogas
La paranoia puede convertirse en un trastorno crónico, con niveles oscilantes de intensidad. Entre los rasgos más característicos que distinguen a quienes sufren de paranoia, están, baja autoestima, incapacidad para la autocrítica, hostilidad con el entorno, autoritarismo, episodios depresivos, resentimiento, egocentrismo, e importante grado de desconfianza. Además no hay que dejar pasar por alto el hecho de que la paranoia es una enfermedad gradual que va avanzando lentamente. Es por eso que hay que estar atentos a los síntomas para poder tratarla cuanto antes. El paranoico al sentir algún tipo de frustración tiende a tener mecanismos de defensa, y sus padecimientos los atribuyen a otras personas. Este tipo de pensamiento, no acepta razones diferentes a las propias. Estos individuos sienten que son perseguidos y acechados por fuerzas poderosas e incontrolables. Por eso suelen siempre estar a la defensiva, y se sienten inseguros aún en situaciones cotidianas. También tienen delirio de grandeza, celos sin control. Los paranoicos se sienten en peligro constante y sufren una limitada vida social y los síntomas más frecuentes son: hostilidad, desapego, incapacidad para poder trabajar en equipo, se sienten siempre utilizados por las demás personas,
La negación ante todo
No acepté que tenía un serio problema por mi adicción al alcohol y a las drogas, no me rendí, fui extremadamente soberbio para tener la humildad y reconocer mi problema, tuve que vivir mi propia experiencia que hoy narro sin tapujos, que hoy cuento a los niños deseando despertar la conciencia y que eviten caer en donde yo caí. Al narrar parte de ese pasado, volví a vivir la angustia, volví a sentir la decepción de mi familia, sentí la triste aberración que vivía, palpé la incongruencias de las que fui capaz de hacer, me veo rodeado de oficiales de la policía municipal y mi amigo, Enrique Peña, El Tulipán.- diciéndome.- Ya por favor Ernesto, ahí no hay nada, nadie ve lo que tú dices.-. Y groseramente le gritaba, lo callaba y lo insultaba; la paranoia, es una enfermedad tan cruel, porque yo daba por hecho cosas imposibles, vi muchas noches, cada vez que me acostaba en la cama, un rayo rojo luminoso intenso que le daba vueltas a mi recamara, sentía como que la cama se elevaba, como si fuera una nave espacial, y tuve visiones de seres extraños en los pies, a lado de mi cama, escuché voces satánicas y leí textos diabólicos, perdí el sano juicio.- Me volví loco.- Gracias por leerme y por escribirme. [email protected] Sigue la huella en twitter @teo_luna Búscame en Facebook.- Consulta mi página si quieres leer completo este y otros artículos. A tus órdenes 614-256-8520.
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Por Ernesto Salayandia García
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