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Vivimos una época obscura…. Un abismo

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Crisis económica, ausencia de valores, carencia de códigos educativos y de ética, malos ejemplos, herencias nefastas, emocionales y genéticas, mala comunicación, poca convivencia, amistades tóxicas, influencias cibernéticas y de medios, identidades y personalidades falsas, apatía, y otros factores palpables, ponen en riesgo a la gran mayoría de las familias. Esta época, es extremadamente difícil en la convivencia humana, la tendencia es fracasar como matrimonio, hundirse en un hoyo y llegar al divorcio violento, por demás conflictivo, es alejarse de la paz y la armonía que se supone debe reinar en un hogar, se vive segundo a segundo, en pleitos, como perros y gatos, no hay respeto, ni comunicación sensata, la neurosis aflora, y cometememos sendos errores, hiriendo, agrediendo y dejando heridas profundas en nuestros seres cercanos, golpeamos, sabemos dónde golpear, entre hermanos, entre esposos y entre padres e hijos, sabemos que nuestra lengua pega fuertemente en la parte más sensible de quien queremos lastimar y en el otro extremo podemos ver una película pegados como muéganos, pero huecos, tendremos pocos momentos de amor profundo y excesivo, pero somos mecha corta, explotamos y enojados no medimos nuestras consecuencias, ni la magnitud de nuestras palabras y acciones, pero todo obedece a lo que señalo al principio de este párrafo.

A que le tenemos miedo los padres

Miedo a que los hijos fracasen, que abandonen la escuela y se pongan el uniforme del don nadie, del bueno para nada, del inútil, del fracasado, miedo a que la novia, o el novio, abuse de ellos, a que los utilice para beneficio personal y en lugar de novio, lo convierta en chofer, en secretario particular, en el mensajero y lo lastime emocionalmente, por supuesto miedo a que el vivales la embarace y después, como en la mayoría de los casos, le dé la espalda, hay miedo a que nuestros hijos salgan dañados, nos dan miedo las malas amistades que por su simple aspecto nos dicen en qué pasos andan, y por instinto, sufrimos cuando no sabemos dónde están nuestros hijos, cuando no responden al celular y estamos toda la madrugada con el Jesús en la boca, especulando que algo malo les sucedió, el miedo que también nos invade como padres, es que caigan en el alcoholismo, que se pierdan en las drogas y arruinen sus vidas, miedo a sus reacciones y a la soberbia que caracteriza a muchos adolescentes, no sabemos comunicarnos, no ponemos límites, no nos enfrentamos a nuestros hijos por miedo y es precisamente por miedo, que cometemos muchos errores.

Violencia engendra violencia

Muchos mariguanos que conozco han sido capaces de golpear a sus madres y a sus padres, se tornan intocables, irritables, insoportables, no se aguantan ni a sí mismos, son neuróticos en potencia, déspotas, indiferentes, groseros, altaneros, egocéntricos, solo piensan en ellos, no tienen el más mínimo sentido de responsabilidad ni de contribución, son merecedores, todo lo quieren peladito y en la boca, servido en charola de plata, y si no es así, el desfile de reproches, quejas y berrinches no se deja esperar, son expertos en dramatizar, en exagerar a su conveniencia las cosas, pero jamás aceptan su rol, debido a que carecen de humildad y de honestidad, son adolescentes conflictivos cuyo camino sin duda es el fracaso total, como pareja, como amigo, como estudiante, como trabajador, debido a su estructura mal encausada, muy lejos del respeto a ellos mismos y en sí a todo su entorno, y cuando un joven es rebelde, no se puede decirle sus verdades, porque es como si le echáramos gasolina a la hoguera, y lo que nunca se había visto, ahora se ve en muchas casas, estos niños mariguanos, dan de patadas en las espinillas a su mamá, retan a golpes a sus papás y son extremadamente violentos, su pensamiento es cuadrado, sin ninguna posibilidad de que cedan. Confirmando que el hostigamiento, la represión, el obsesivo control, los tonos, las palabras ofensivas, el diálogo neurótico, no son buenos ingredientes para la relación entre padres e hijos.

No conozco ningún padre que quiera el mal para su hijo

Este fin de semana, tuve una grata experiencia con un niño de 7 años de edad, me inspiró mucha ternura, tenía dificultad en su lenguaje, la lengua no le respondía al ritmo de su mente, titubeaba y se trababa con lo que quería pronunciar, reflejaba tristeza, sus hombros caídos sus huesitos de la espalda, salidos, su vocecita bajita, desganado y ahí al lado de él, en mi estudio, sentados con mucha atención estaban sus padres, cuidando al hermanito que brincaba de un lado a otro, pude apreciar en las miradas de los papás, su dolor y frustración, pero a la vez, su esperanza en que su hijo tuviera alguna mejoría en su dicción, muy atentos a los ejercicios que empezamos a hacer, los padres se mostraban más que satisfechos con mi trabajo. En un tiempo muy breve, el niño mejoró su postura, ampliando su tórax y permitiendo que entrara más aire a sus pulmones, jugamos un poco con ejercicios de lengua y trabalenguas, una y otra vez, el niño y yo, nos ganábamos la aprobación de sus padres, palpé el amor y el interés que uno como padre busca para sus hijos y recordé muchas cosas, millones de cosas que mi padre hizo por mí y por mis hermanos, reflexioné también en que hago el mayor de mis esfuerzos por el bienestar de mis hijos.

He perdido muchos de mis miedos

Hace algunos años, mi actitud hacia mis hijos adolescentes de 14 y 16 años, era de miedo, tuve tanta información, empezando por mi propia vida respecto a las drogas, conocí infinidad de historiales, testimonios de drogadictos y drogadictas, que me daba pavor que mis hijos consumirán cualquier sustancia, y cometí el error de hostigarlos, cada madrugada en cuanto llegaban a casa los olía profundamente, husmeaba sus carteras y ropa, no estaba yo tranquilo, ni contento con sus amistades, mi mente generaba que se intoxicaban como yo, hasta el cansancio amenacé muchas veces, junto con mi mujer, a hacerles antidoping, nuestros diálogos eran neuróticos, controladores, autoritarios, de sobre protección, nos daba pavor que cayeran en el pantano profundo de las adicciones, y yo podía leer el mensaje de muchos de sus amigos, incluso mis propios hijos me confiaban, este usa mota, esta usa cocaína, y yo seguía con mis miedos y entre más miedos, más pésima comunicación, luego seguí aprendiendo de las emociones y me aboqué a confiar totalmente en mis hijos, crecí espiritualmente, cambié mi manera de pensar y me alejé de los miedos, cuando comprendí que la droga es una elección de cada quien, y si mis hijos, eligen ese infierno, ellos saben perfectamente lo que les espera.

Predicar con el ejemplo

Ahora, mis hijos, Chan de 20, Gabo de 19, Neto de 14 y Andrea de 11, viven momentos agradables, sin aquel padre neurótico, violento, miedoso. Tienen suficiente información que les trasmito en mis experiencias diarias, platico con ellos de mis eventos y servicios, incluso cada vez que se puede van a escuchar mi testimonio a escuelas, a grupos de auto ayuda, empresas, CERESOS y a infinidad de partes, sé que no debo de decir de esta agua no he de beber, paro también sé muy bien, que más vale prevenir que lamentar, ellos saben ahora el gran daño que representa el cigarro, que es una droga escalonaría, un asesino silencioso, saben que están propensos a caer en las garras de las enfermedades emocionales, que no solo es alcohol y drogas, que están en la antesala de la depresión, la neurosis, la compulsión, los trastornos de ansiedad, saben lo que yo sufrí y el daño que les hice a los míos, y ahora, perdí mis miedos en ese sentido, he cambiado demostrando mi armonía, dando amor, mucho amor, los abrazos me funcionan a la perfección y sé, que gracias a Dios, ellos están limpios y consientes del alto riesgo que son las sustancias tóxicas, tanto químicas como las relaciones personales enfermizas, es pues, una decisión de ellos que si la llegaran a tomar, me dolería en el alma, pero no pienso hundirme junto con ellos con neurosis, angustia y miedos.

El reto es la familia

No soy el único recuperado, conozco niños, hombres y mujeres que ahora viven libres de drogas, libres de depresión y de cualquier sustancia tóxica, química o humana, hoy, mi compromiso es conmigo mismo y luchar por la armonía en mi hogar, por sanar heridas, reparar daños y superarme día a día ante la adversidad de La Saliva del Diablo, no estoy zafo, mi estabilidad emocional depende única y exclusivamente de mí y cuando una familia está sufriendo por tener UN DROGADICTO EN CASA, (así se titula uno de mis libros), mi sugerencia es que comiencen a trabajar en ellos, todos, papá, mamá, hermanos, trabajar en sus emociones, en sus defectos de carácter, y traten de tener una mejor y mayor comunicación, y que la convivencia esté basada en el amor y el respeto entre todos, nos hace falta y mucho la capacitación emocional, nos hace falta leer, informarnos y orientarnos ante esta enfermedad perra, madita enfermedad perversa del alma.- Es muy importante poner límites, el adicto llega hasta donde tú lo permites. Anexarlos no es la solución. El que esté libre de culpa que arroje la primera piedra.- Gracias por leerme y más por escribirme.- [email protected] Sigue la huella en Twitter @teo_luna, Búscame en Facebook… Visita mi página.- crisiscreces.com,.- 614-410-0158. Detrás del miedo, no hay nada.- Nada.-

Te recomiendo la siguiente liga.-

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Por Ernesto Salayandia García

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