Un lamentable error, haber legislado la ley de juegos y sorteos. Mi padre, Don Domingo Salayandia Nájera, Presidente de la Agrupación Nacional Periodística ANPE, desde los inicios de esta institución, año con año, se pronunciaba por permitir la presencia de casinos en puntos estratégicos dentro del territorio nacional, sitios emblemáticos para atraer el turismo, él, Don Domingo, sostenía la idea de que los casinos eran un dinamo generador de dinero y que éstos ingresos deberían favorecer a los municipios, peleando siempre en uno de sus estandartes, el municipio libre, solido e independiente, argumentaba que los casinos, no eran para todo público, como sucede ahora, cada persona debería de acreditar sus ingresos anuales y fijarle una cantidad máxima para apostar, no contemplaba, como sucede ahora, que los jóvenes menores de 25 años ingresaran a las salas de juego, le ponía candados a todos aquellos que pudieran adquirir la enfermedad, la adicción al juego, ludopatía, ésta iniciativa de ANPE, fue entregada al Presidente de la República en turno, desde Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría, José López Portillo, Miguel de la Madrid y Carlos Salinas de Gortari, el texto se modificaba año con año con la aportación de periodistas de toda la república, tenía un sentido nacionalista, genuino, totalmente contrario a la autorización que se dio, sin tomar en cuenta muchos factores que hoy dañan a la nación entera; tenemos un serio problema de ludopatía en todas partes, mujeres enfermas de sus emociones que son capaces de prostituirse para seguir en el juego, con la idea de “reponerse”. Los casinos no le dan utilidad a los municipios, cualquier persona puede entrar y perder su ingreso mensual, quedarse prácticamente sin nada, porque no hay filtro para ello.
Ludopatía. Es una enfermedad física, mental, emocional, espiritual y de la personalidad, es progresiva, incurable, mortal, también, es sutil, burlona, cruel, contagiosa, no distingue edad, ni sexo, ni posición socioeconómica, es una enfermedad que destruye familias, extermina al ser humano, lo convierte en mitómano y se hace adicto a sustancias tóxicas, por la pérdida de dinero, provoca depresión, el ludópata se torna neurótico extremo y es una verdadera decepción convivir y escuchar a una persona secuestrada por el juego. No estamos preparados para atender esta adicción y sacar adelante a la persona, no hay por parte de nadie, un programa de prevención, ni de rehabilitación, ingenuamente cualquier persona puede entrar al casino y perderlo todo en unos cuantos minutos, el caso, es que entre más se juega, más se pierde, y entre más se pierde, más se juega y es el cuento de nunca acabar.
Mujeres adictas. A las 10 u 11 de la mañana, los casinos están llenos, a reventar, la mayoría, son mujeres jóvenes, adultos mayores y estudiantes, las amas de casa, se gastan el dinero de la luz, el teléfono, el agua, las colegiaturas, la despensa, llegan a empeñar sus joyas y aparatos electrodomésticos, entran en el juego, dé: – en esta me recupero.- Pierden una fortuna, pero siguen ahí, prendidas de la maquinita con la esperanza de “recuperar” lo perdido, les da por invitar incautas, supuestas amigas a las que también contaminan y se hacen adictas al juego, pasan horas y horas, como todos los clientes enfrente de una maquinita o jugando y apostando a diversos juegos de azar, las que aún tienen marido, se burlan de ellos.- Estoy en una junta en la escuela, te marco en cuanto termine.- Tuve que acompañar a Julieta mi amiga al doctor.- Estoy en tránsito a ver cuánto debo de infracciones.- Me están poniendo las uñas y voy a tardar como dos horas, yo te llamo.- No te había hablado, me quedé sin pila. Y bla, bla, bla, mentira tras mentira, el ludópata no se da cuenta de la enfermedad, hasta que empieza a sufrir las consecuencias, a tocar fondos y a registrar pérdidas, pierde la confianza de su pareja, abandona a sus hijos, pierde la credibilidad con tantas mentiras, pierde los ahorros y gasto diario, pierde propiedades, y pierde su dignidad; hay fondos crudos, desagradables, te quemas pidiendo dinero prestado y das tu palabra de pagar, pero no puedes, las puertas se cierran y entras en un verdadero dilema.
Yo soy ludópata. Perdí en las apuestas de gallos una verdadera fortuna, borracho apostaba hasta lo que no tenía. Cometí muchos errores en mi vida, errores garrafales, como juntarme con gente enferma, como sentirme el Juan Camaney, igual, como el vivir para los demás, el tratar de caerle bien a la gente buscando su aprobación, ahí puedes verme sentado en el anillo del palenque, con mi texana, botas vaqueras y traje ranchero, cinto piteado y toda la cosa, a un lado, la botella de coñac y rodeado de corredores, toda una tranza bien orquestada, me drogaban para que perdiera el sano juicio, algo le ponían al coñac y mi comportamiento era propiamente de un idiota, me tenían que sacar, sin dinero, quebrado y de aguilita, con esa euforia falsa; me fui a Monterrey, a Aguascalientes, Texcoco, Ciudad Juárez y a otros lados, a perder y a perderme en el alcohol y las apuestas. Tenía esa ansiedad, me dominaba la compulsión por apostar, a pares y nones, al póker, a los gallos, hasta a los volados; las noches tenían un encanto falso, dormía todo el santo día y me despertaba con la ilusión de recuperarme, pasan las ferias y me quedaba ensartado, lleno de letras por pagar y por meses adelantados, mi casa era un desfile de personas que iban a cobrarme, ahora, gracias a Dios, puedo estar en un palenque y no apuesto, puedo entrar a un casino, puedo jugar algo de dinero y logro detenerme, mi ludopatía, al menos solo por hoy, está controlada, me encantan las carreras de caballos, las peleas de gallos, la ruleta y el Black Jack, pero como los buenos aficionados, de lejos se ven los toros.
Una adicción, altamente compulsiva. El ludópata, adicto al juego, al despertar la adrenalina, la sensación que provoca el riesgo de apostar, el cúmulo de pensamientos obsesivos, lo convierte en un enfermo gastrointestinal, son tantas las emociones que mueve, que con frecuencia anda mal del estómago, vive el día con la incertidumbre de donde va a conseguir dinero, como le va a hacer para pagar lo que debe, se enfrenta a su pareja, a sus hijos, llenándose de mentiras y justificaciones, hasta que las consecuencias de su adicción comienzan a aflorar, ligado a esta compulsión incontrolable, existe la negación, no acepta que tiene un verdadero problema por su manera de apostar, no reconoce los daños que ésta adicción le está causando, y así es su diario vivir, hundiéndose cada día mas, sin pedir, ni aceptar ayuda. En una ciudad con 20 casinos en promedio, el número de ludópatas es superior a las mil personas, son pocas las entidades que cuentan con uno o dos grupos de Jugadores Compulsivos, son muy escasas las clínicas especializadas en ludopatía que ayuden a la persona a controlar su compulsión al juego, en Chihuahua existe una, se llama Samadhi, hay ludópatas prendidos de las apuestas en internet y niños a los video juegos, póker doméstico y desde la existencia de los casinos, he conocido infinidad de personas que lo han perdido todo, terrenos, autos, casas, joyas, herencias, incluso han perdido hasta a la misma familia, a donde quiera que van se les cierran las puertas, les ponen cruz y les dan la media vuelta, la gente se protege y se les retira lo que obliga al ludópata a refugiarse en su soledad, acompañado de pastillas antidepresivas, alcohol y otras sustancias, entra a un verdadero laberinto infernal, un callejón sin salida; estimo que esta adicción crece muy rápidamente y arrebata la calidad de vida, la libertad y la dignidad a infinidad de personas. Estás preparado para la ola de casinos en México?.
De donde viene el Ludópata. Hijo de padres divorciados, víctima de un hogar disfuncional, herencia alcohólica y neurótica, es un ser endeble, inseguro, con una estructura emocional en quiebra, por lo general, es un niño maltratado, con profundas heridas del alma, y el juego, la adicción a las apuestas, es tan solo una fuga a sus verdaderos problemas existenciales. Estos niños, son el claro reflejo de sus padres. Soy espejo y me reflejo. Muchas gracias por leerme y más por escribirme. [email protected] Como siempre a tus órdenes 614-256-8520, sigue la huella en Twitter @teo_luna, búscame en Facebook, mis libros están a tus órdenes en crisiscreces.com
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