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La solución, somos todos: JLP. Una frase que se difundió hasta en la sopa y si tuviéramos otras cultura, sin duda otro gallo nos cantaría, pero somos un pueblo conformista, perezoso, apático, indispuesto e indiferente, la mayor parte de la gente está distante de sí misma, caras tristes, apagadas, actitudes negativas. Una vez en un taller de comunicación asertiva, describía una generalidad en el lenguaje facial y corporal del mexicano, veo demasiada formalidad en la mayoría de las personas, niños rígidos, tensos, serios, muy serios, esa es la óptica sustentante en más de 15 años de trabajo en las expresiones faciales y corporales. Te invito a que hagas una prueba el día de hoy, y aprecies las expresiones y las emociones marcadas en el rostro, de las personas que te encuentres en la calle o a tu alrededor, para que observes sus expresiones como preocupación, frustración, miedo, ira, cierto es, que la solución somos todos, lamentablemente no le ponemos acción.

Un mundo lleno de mentiras. No es que la inocencia de un niño se nutra de una imagen falsa como la de Santa Claus, se trata que desde niños nacemos carentes de honestidad, de humildad, de gratitud, de buenos ejemplos, se nos facilita el decir mentiras, el engañar, el decir, voy a un lado y la verdad me voy a otra parte, la trampa, el engaño, la mentira, la extorsión, son conceptos muy bien arraigados en infinidad de niños, hacen trampa en los video juegos, en lo más simple como el juego a las escondidas, en la escuela, a muchos niños se les da con facilidad engañar y obtener el triunfo a base de trampas. Dicen que en Japón, a las 5 de la mañana, miles de trabajadores llegar en bicicleta a la estación del metro para trasladarse a sus trabajos, ahí, dejan sus bicicletas, sin cadenas, ni candados, ni nada, al regreso, después de la jornada laboral, ahí están las bicicletas intactas, nadie toca nada, porque desde niños se les enseñó a respetar lo que no es de ellos, aquí es un verdadero problema entre hermanos, cuando alguien deja un chocolate en el congelador o la mitad del refresco en el refrigerador, en menos de lo que canta un gallo, desaparecen, y como el viejo cuento, todos dicen.- Juro que yo no fui.-Nadie fue, pero se hace un daño porque los niños no han aprendido a no tocar lo que no es de ellos, no han aprendido a respetar lo ajeno, de esta manera, cuando crecen y tienen la oportunidad de tomar lo que no es de ellos, así lo hacen siempre, lo toman.- Toma todo.- y cuando dejan embarcado al pueblo.- Todos ponen.

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El tranza avanza. Estamos sumergidos en la cultura de las mentiras, de las dobles vidas y dobles caras, de la hipocresía, la falsedad, el engaño, la traición, así crecemos, somos una sociedad llena de máscaras, hasta que un día, mostramos nuestro verdadero rostro, un ejemplo muy claro, es lo que sucede en el matrimonio, nunca terminas de conocer a tu pareja, siempre hay algo nuevo en la caja de las sorpresas, otra etapa, es cuando alguien reacciona contrario a lo que tu esperas y la gente siempre miente, se revela ante ti y ante el mundo, tal y como es, te decepcionas, te sientes traicionado y te hundes en decepción y tristeza, pero así es la vida, fuera máscaras, nosotros, somos enfermos emocionales, niños severamente dañados que desde que tenemos uso de razón, usamos las máscaras para protegernos, tal vez para evitar que nos dañen a la primera, tal vez, para no abrirnos de capa con el corazón abierto, sucede entonces que de repente la luz se apaga, la vela se evaporó y no nos gusta lo que vemos, la triste y cruda realidad, toda esperanza se nos va de las manos cuando alguien a quien queríamos y a quien le dimos toda nuestra confianza, simplemente nos clavó la daga filosa por la espalda, se llenó de ira, de odio y con furia hizo trizas nuestra espalda, nuestra integridad y dignidad, así actúan los niños tramposos, que ahora son los adultos tramposos. No se nos enseñan temas como la inmadurez, la humildad, la honestidad, la lealtad, no hay una escuela que brinde educación emocional, en los hogares hay carencias, malos ejemplos y la fábrica de tramposos, mentirosos, engañifas, deshonestos, corruptos, nunca se acaba.

Un México en llamas. A penas si entras al taller mecánico, te abren el cofre y de inmediato, el mecánico, te dice.- Mil quinientos pesos.- Después, te vas con la certeza de que van a ser los mil quinientos y regresas a la una de la tarde, a la hora que te lo prometieron entregar, el mecánico, te saca otra cuenta de muchos otros detalles que traía tu auto y la cuenta se va a hasta los 3 mil 750 pesos, por supuesto que te ven la cara, como te ve la cara el que repara aires, antes de subirse, ya te dice.- Mil quinientos pesos y es el mismo camino que el mecánico, vas y compras pollo para comer, te lo embolsan súper rápido y cuando llegas a la casa, te ordeñaron el producto, te faltan cinco piezas y así, por todos lados te están fregando estos niños mal nacidos, tramposos, y los hay en donde menos te imaginas, por supuesto que en el gobierno están hasta el full de gente ingrata, mala onda que en la primera oportunidad te despluman cual vil gallo. No solo los adictos somos mentirosos, engañifas, tramposos, la sociedad están llena de gente deshonesta, da coraje cuando vas viajando de noche y atraviesas una ciudad y te atrapan los agentes de tránsito de la localidad, te buscan uno y mil pretextos, te asustan con el petate del muerto de llevarse el carro al corralón, de que tienes que pagar la multa te quitan la placa y hacen todo un circo para asustarte, hasta que finalmente les embarras el billete de 500 pesos o más y se van tan campantes después de haberte asaltado y eso sucede a lo largo y ancho del país.- El tranza, avanza.

Cuando se acabará la corrupción en México. Hará cosa de 40 años, escribí un texto titulado.- “Le habla un billete de mil pesos”, mi padre, Don Domingo Salayandia Nájera, me daba su asesoría y disfrutaba mucho de lo que le leía, se trataba de la vida de un billete de mil pesos, un billete que narraba su vida, era dicharachero, ecuánime, simpático, criticón, con un alto espíritu nacionalista, la narración iniciaba desde la Casa de la Moneda, en la ciudad de México, describía su salida, el principio de su circulación y como llegó a las manos de su primer dueño, del banco pasó a manos de un cura, del cura a una maestra, de la maestra a un estilista, del estilista a un mesero, del mesero a un billetero de lotería, y así de mano en mano, el billete platicaba, describía la manera de vivir y de hacer tranzas de sus dueños, iba y venía, de un lado a otro, recorre 86 cambios de manos y le toca vivir, o ser producto de la corrupción, se divierte con las personalidades de sus dueños, de repente se pierde, lo usan para anotar un número telefónico, lo pinchan y lo esconden por más de tres meses en un closet, el billete llega a Los Pinos, a manos de un Sargento del Estado Mayor Presidencial, de ahí, pasa a manos de una prostituta, de la prostituta al diller que vende drogas, finalmente muere ahogado en el drenaje profundo de la gran metrópoli. La reflexión que deja, es profunda, hay corrupción en todos lados, a todos los niveles y escalas, mientras que no cambiemos nuestra manera de pensar, de identidad e integridad, mientras sigamos siendo ignorantes, apáticos, mediocres, seguiremos siendo un pueblo corrupto. Muchas gracias por escribir [email protected] Sígueme en twitter @teo_luna, búscame en Facebook y busca más información en crisiscreces.com.- A tus órdenes 614-256-8520.

 

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