Tengo ciertos fanatismos. Me encantan los programas de televisión donde aparecen videntes, las series de médicos y los concursos de cocina. Adoro las novelas románticas, los cantantes que la mayoría detestan, y soy adicta al olor de la vainilla. Pero también me gustan otros aromas, como aquel que desprenden las páginas de los libros viejos, el del café recién colado y el olor a tierra mojada después de la lluvia.
Aunque son impredecibles (un mismo olor puede resultar reconfortante para algunos, pero repulsivo para otros), en términos generales existen ciertos aromas que producen sensaciones parecidas en la mayoría de nosotros. Esto lo confirman diversas investigaciones en las que se ha estudiado a profundidad el poder que tienen los aromas.
Según científicos de la Universidad Británica de Westminster (Londres), oler chocolate permite fortalecer el sistema inmunológico; y oler regaliz nos pone felices (de acuerdo con una investigación de Smell and Taste Treatment and Research Foundation). Otros estudios señalan que el aroma del café reduce el estrés, el de los cítricos levanta el ánimo, y el de las flores nos alegra.
Según un estudio de la Universidad Rockefeller (Nueva York), de todos los estímulos a los que nos sometemos, recordamos 1 % de lo que palpamos, 2 % de lo que oímos, 5 % de lo que vemos, 15 % de lo que saboreamos y 35 % de lo que olemos. Esto evidencia, una vez más, el poder maravilloso que tiene el olfato, un sentido que muchas veces subestimamos.
Los expertos no sólo han estudiado los efectos de los olores para conocer las diferentes emociones que pueden provocarnos (aromacología) o para tratar ciertas dolencias (aromaterapia), sino también para aumentar las ventas. Según Martin Lindstrom, uno de los más respetados gurús del mercadeo, la vista no es tan poderosa como el oído y el olfato a la hora de comprar. Para él, los aromas influyen al momento de decidir aquello que queremos llevarnos a casa. En este sentido, Lindstrom señala que el olor de la vainilla incita a comprar porque nos recuerda la leche materna que, según estudios, dispara las ventas.
Los olores nos permiten recordar momentos y personas, y nos guían de manera subconsciente muchas de nuestras decisiones. Gracias a ellos no solo escogemos un determinado producto, sino que además aprendemos a asociar alimentos y sirven, incluso, para ayudarnos al momento de elegir pareja.
Existen olores que deberían permanecer por siempre, esos que sin entender por qué nos alegran la vida. Extraño el olor del óleo, un olor fuerte, insoportable y sumamente invasivo. Un olor que impregnaba los rincones de la casa de mi abuelo. Jamás me gustó, pero su sola presencia significaba ver a mi abuelo hacer lo que más le gustaba: pintar. Hace mucho que no lo percibo, pero no lo he olvidado; sé que si lo llego a oler de nuevo me llenaré de nostalgia… Así de poderosos son los olores.