El fuego también ha obligado a evacuar a 90.000 personas, la mayoría de ellas de la ciudad de Fort McMurray, y ha arrasado 200.000 hectáreas.
El infierno en forma de incendio forestal que vive el Norte de la provincia de Alberta, en Canadá, podría alargarse meses. Así lo aseguraron el sábado por la noche -en la madrugada de ayer en España- las autoridades de la región. Chad Morrison, el director del servicio de protección de incendios de Alberta, reconoció que no sería inusual que se tardara ese tiempo en combatir un fuego en una zona boscosa como en la que se encuentra. Y volvió a pronosticar, como había hecho en la víspera, que el incendio, que ayer entraba en su segunda semana, seguirá creciendo: «Nuestra previsión sigue siendo que el fuego crezca al menos el doble en superficie por las altas temperaturas, los fuerte vientos y la baja humedad».
«El incendio es muy peligroso y su final no está a la vista», insistió Ralph Goodale, el ministro de Seguridad Pública de Canadá. «El fuego no está de ninguna manera bajo control», añadió la presidenta de Alberta, Rachel Notley.
Cerca de 200.000 hectáreas
Ayer, el incendio forestal había afectado ya a 200.000 hectáreas, una superficie comparable a la provincia de Guipúzcoa y casi equivalente a todo lo que ardió en España en 2012, el peor año de incendios en lo que va de siglo XXI.
Los vientos de 60 kilómetros por hora empujaban las llamas hacia el Este, hacia la provincia vecina de Saskatchewan. Ayer no se había registrado que el fuego hubiera llegado hasta esa zona, pero la televisión pública canadiense aseguró que las cenizas del incendio ya habían caído en Saskatchewan.
De momento el viento dirige las llamas hacia zonas poco pobladas
La buena noticia es que la dirección que había tomado el fuego no afectaba a zonas muy pobladas ni a explotaciones petrolíferas, la actividad industrial por la que ha hecho despegar la economía de la región en la última década. También se registraron algunas lluvias el domingo por la mañana, pero de baja intensidad, y muy lejos de poder detener el fuego a corto plazo. Para ello, se necesitarían días consecutivos con precipitaciones, algo que descartan las previsiones meteorológicas.
El peor desastre natural
Por el momento, el incendio no se ha cobrado ninguna vida humana, pero su factura económica será muy alta. Con mucha probabilidad, será el fenómeno natural más costoso de la historia de Canadá. Según Goodale, sobrepasará a las grandes inundaciones que Alberta sufrió en 2013, que supusieron daños cercanos a los 4.500 millones de dólares. Algunos analistas estiman que el incendio costará unos 7.000 millones de dólares.
El Gobierno ha distribuido tarjetas prepagadas con 1.000 dólares a los afectados
El fuego también ha obligado a evacuar a 90.000 personas, la mayoría de ellas de la ciudad de Fort McMurray, la capital de esta zona petrolífera y que ayer ya estaba a salvo de las llamas. Sin embargo, sus habitantes no pueden volver a casa porque el servicio de gas está desconectado, hay problemas en el tendido eléctrico y el agua no es potable.
El Gobierno de Alberta va a proporcionar tarjetas de débito prepagadas a los evacuados, con casi 1.000 dólares por adulto, para poder cubrir sus necesidades hasta que puedan regresar a la normalidad.
Mientras tanto, cientos de bomberos, con turnos de hasta 40 horas ininterrumpidas, trabajan para proteger instalaciones clave y tratar de dirigir las llamas lejos de zonas pobladas, ante la imposibilidad de extinguir el fuego. «Me he encontrado con más héroes en estos días de los que creía que podían existir», aseguró a la cadena CBS el capitán de bomberos Adam Bugden, tras regresar de la primera línea del fuego.
Fuente ABC