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La fábrica está situada en Smiths Falls, un pueblo que llevaba años olvidado por los efectos de la desindustrialización y que ahora tiene una nueva vida.

Canadá se convirtió en 2018 en segundo país del mundo, después de Uruguay, en legalizar el cannabis para uso recreativo.

Canopy Growth es la mayor empresa del mundo en cultivo de cannabis y está valorada en el mercado en 12.900 millones de euros.

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El aroma a almizcle inunda las paredes de las oficinas centrales de Canopy Growth, la mayor empresa del mundo en cultivo de cannabis. El hangar es una antigua fábrica de chocolate Hersheys abandonada en Smiths Falls, en Canadá. Las innumerables habitaciones rebosan de filas de frondosas plantas de marihuana en diferentes fases de maduración, bajo la luz intensa de las lámparas, meciéndose con la brisa que producen docenas de ventiladores.

Un empleado lleva en un carro cientos de cigarros. Otro carro lleva 25 bolsas grandes de capullos de cannabis secos de alta calidad, cada uno pesa un kilogramo y está valorado en el mercado en unos 167.000 euros. Si existe un Willy Wonka de la marihuana, es el codirector ejecutivo de Canopy Growth, Bruce Linton.

Habla a toda velocidad y los ojos le brillan al pasear por este edificio, que costó 100.000 euros reformar. “Cuando comencé con esto, era literalmente la peor idea del mundo, porque no existía un mercado”, afirma. “No había leyes y no había pacientes a nivel oficial. No me animaba a contárselo a mi madre. Estaba iniciando un negocio de cannabis. Ahora, ella es una paciente que consume cannabis medicinal, y se ha convertido en una especie de camello porque les da consejos a todas sus amigas”.

En 2018 cuando Canadá se convirtió en el segundo país del mundo, después de Uruguay, en legalizar el cannabis para uso recreativo. Docenas de países, incluida Alemania, avanzan en su legislación sobre la marihuana medicinal.

Bruce Linton, co-director ejecutivo de Canopy Growth.

El Silicon Valley de Ontario

El éxito de la empresa también está transformando Smiths Falls, un antiguo pueblo fabril ubicado unos 80 kilómetros al suroeste de Ottawa, en el este de Ontario. “Smiths Falls es un pueblo muy conservador”, explica Tracy, dueño de una empresa de taxis. “Aquí podría presentarse como candidato conservador el mismo diablo y ganaría. Algunas personas pensaron ‘Dios mío, ¿van a cultivar marihuana aquí?’ Pero ahora que la empresa genera tanto empleo, ya nadie se opone”, afirma.

Construido por la misma población de Ontario que montó el ferrocarril y cavó los canales, el pueblo de Smiths Falls había perdido grandes empresas, como la RCA, que sacó los primeros álbumes de los Beatles que se vendieron en Norteamérica. La caída de la actividad fue produciéndose poco a poco: cerró el Hospital Escuela de Ontario, una fábrica de herramientas Stanley y una fábrica metalúrgica. En 2008, la chocolatera Hersheys terminó por condenar el pueblo al olvido.

La vicealcaldesa, Wendy Alford, trabajó en la fábrica de Hersheys, en la línea de producción de mantequilla de cacahuete, y asegura que cuando Canopy Growth ocupó la antigua fábrica “cambió la vida” del pueblo.

La empresa tiene 1.300 empleados, de los que 800 son habitantes de Smiths Falls, casi un 10% de la población. También hay beneficios económicos indirectos, explica Alford: “Sus camiones de transporte necesitaban neumáticos nuevos y fueron todos a la tienda de Hank, y con eso le han salvado el año. Ahora Hank está contratando empleados nuevos”.

Algunos de los empleados más veteranos recibieron participación accionarial cuando las acciones valían el 1% de su valor actual. Es como el auge tecnológico de Silicon Valley, aunque en menor escala.

Alford admite que el dinero del cannabis ha gentrificado el pueblo, porque la subida de los precios ha obligado a algunos residentes de bajos ingresos a dejar viviendas que antes podían alquilar. Sin embargo, no parece haber mucha oposición a la presencia de Canopy en el pueblo. Los habitantes discuten más sobre si se debería aparcar en paralelo a la acera o a 45 grados.

Fuente: Diario.es

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