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Una pareja de hermanos nacidos en Canadá, descendientes de mexicanos, fueron agredidos verbalmente por un estadunidense radicado en Toronto por hablar español.

Si quieren hablar español, regrésense a su país”, les gritó a dos hermanos dentro de un elevador un estadunidense que radica en Toronto.

Entre el piso uno y cuatro, el “gringo” les dijo que en EU “hay muchos como ustedes, y por eso los quieren echar”. Para su sorpresa, Erica y Luis le respondieron “somos canadienses, aquí nacimos”.

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La discriminación no acabó ahí, pues una hora después tocaron a su puerta dos policías, quienes de inmediato ingresaron al departamento y les pidieron sus papeles. Erica y Luis comprobaron su nacionalidad y se acabó el problema.

 

Historia

Después de 20 años, Érica y Luis Argüelles decidieron volver al país en el que nacieron y que dejaron a los cinco años. Tenían la esperanza de tener una vida mejor, un trabajo mejor remunerado y una educación de mayor calidad. Pero la historia no fue como esperaban, al final, la discriminación los alcanzó.

Un vecino les reprochó que no hablaran inglés o francés, “si quieren hablar español, regrésense a su país”.

Los jóvenes, de nacionalidad canadiense y mexicana, regresaron a México a los cinco años con sus padres que terminaron sus contratos laborales en Canadá, pero en noviembre de 2015 los jóvenes optaron por volver con Elliot, el hijo de Érica.

Explicaron que no fue fácil encontrar un buen sitio dónde vivir, pues a pesar de ser canadienses les pedían referencias, historial crediticio y un sinfín de requisitos con los que no contaban.

Finalmente, pudieron instalarse en un edificio de 15 pisos cerca de Bloor y Sherburne en Toronto, donde viven personas de diferentes culturas que siempre habían sido respetuosos con ellos.

El martes, los hermanos tomaron el elevador y empezaron a hablar en español, cuando un hombre, que dijo ser estadunidense, discriminó su idioma diciendo que “allá (en Estados Unidos), hay muchos como ustedes, si quieren hablar español regrésense a su país”, al asumir que eran indocumentados, Érica respondió: “Aquí nacimos”.

Pero cuando pensaban que el inconveniente había terminado al alejarse de este hombre, horas después los interceptaron agentes policiales en su domicilio, “gritándonos y con groserías me pedían papeles, mi niño se asustó”, narró Érica, quien, dijo, desconocía que Toronto es una de las primeras cinco ciudades santuario de Canadá en donde no pueden acorralarla por su estatus migratorio.

Los uniformados argumentaron que acudieron por el reporte de una llamada anónima y aunque Érica insistió en que nació en Canadá, asegura que uno de ellos respondió con gritos: “¡No!, mírate, no pareces canadiense”.

Por lo que se apresuró a mostrar sus papeles que acreditaban su nacionalidad, mientras los oficiales hacían llamadas al Ministerio de Inmigración buscando verificar la veracidad de los documentos, los nombres de los jóvenes que aparecían en recibos y correspondencia que tomaron de la mesa del departamento sin ninguna autorización.

“Yo buscaba desesperada entre los cajones mi pasaporte o acta de nacimiento canadiense”, hasta que Luis llegó y reclamó que no podían revisar de esa manera su domicilio.

“Fue entonces que se calmaron”.

Esta mala experiencia fue difundida en la cuenta de Facebook de Luis, pero actualmente está deshabilitada.

“Vamos a presentar una queja ante la Real Policía Montada de Canadá y también a la administración del edificio”, indicaron en la publicación que ya no aparece en redes sociales.

Luis está buscando entrar en la universidad para trabajar como médico cirujano y Érica labora en un centro comercial.

Fuente: Milenio

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