Jagmeet Singh, un abogado progresista, se convirtió en el primer no blanco en liderar un partido en el país; inició el camino para arrebatarle a Trudeau el cargo de premier.
La “Trudeaumanía” es noticia vieja en Canadá. La última sensación en el país del Norte se llama Jagmeet Singh, un abogado de 38 años que usa turbantes fucsias, practica el sijismo, es progresista y maneja con maestría las redes sociales. Hace poco se transformó en el líder del Nuevo Partido Demócrata (NPD), de izquierda, y en 2019 buscará ir por todo: quiere arrebatarle a Justin Trudeau el puesto de primer ministro.
Hijo de inmigrantes indios, Singh se convirtió en el primer no blanco en liderar un partido político en Canadá. Su candidatura tomó impulso en septiembre, después de enfrentarse a una mujer que en un acto del partido lo acusó de ser musulmán y de querer implementar la sharia (ley islámica) en Canadá. La situación fue larga y tensa, pero él nunca alzó la voz ni le respondió los insultos. Sólo repitió que quería “inclusión” y “amor” para el país. El video se volvió viral.
¿Qué es lo que hace a Singh un candidato tan atractivo? “Es inteligente, una persona decente y los canadienses se sienten reflejados en él. No es tan conocido como Trudeau, pero sí tiene el mismo trato con la gente y el carisma que hicieron que Trudeau fuese tan efectivo para los liberales en las últimas elecciones”, explicó a la nacion Christopher Cochrane, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Toronto.
Aunque Trudeau -hijo de un ex premier- y Singh vienen de mundos diferentes, en Canadá se los compara tanto que al líder del NPD lo llaman el nuevo Trudeau.
“Superficialmente, Singh es buenmozo y tiene un gusto impecable. En ese sentido, compite con Trudeau en el aspecto cool y joven. La situación de Singh es muy diferente de la historia de los líderes del NPD [el tercer partido político de Canadá], que han tendido a ser más viejos y desaliñados. Personas serias que se verían avergonzadas de atraer gente por su aspecto”, dijo a la nacion Richard Johnston, investigador de opinión pública de la Universidad de British Columbia, en Vancouver.
Consciente de que la apariencia personal se convirtió en un aspecto importante de su estilo político, Singh, que usa trajes del diseñador Tom Ford, explotó ese costado, según contó en una entrevista con la revista masculina GQ.
“Con el paso de los años, me di cuenta de que la gente me miraba porque llamaba la atención. Algunos me hacían sentir incómodo. Sentí que si la gente me iba a mirar, podía entonces darles algo para que miraran. Fue una oportunidad para transformar una situación incómoda en una oportunidad para mostrarle quién era realmente. Empecé a desarrollar mi estilo cuando me di cuenta de que podía derribar estereotipos y prejuicios”, señaló Singh.
Desde chico, el político tuvo que enfrentar los prejuicios. En una entrevista con Vice recordó su infancia en Windsor -una ciudad de Ontario (sur de Canadá)- donde sufrió bullying. “Los chicos me decían: «Estás sucio, tu piel está sucia, ¿por qué no te duchás?» o «No sos un chico, sos una chica porque tenés el pelo largo»”, contó. Los sijs practicantes no se cortan el pelo y los varones suelen usar turbantes que son considerados sagrados.
En varias entrevistas también relató cómo la policía lo paró 11 veces en la calle por su aspecto. Por eso, una de las propuestas de Singh es prohibir esta práctica en Canadá, conocida como “carding“. Sus ejes de gestión son la lucha contra la desigualdad y la unidad de los canadienses, sea cual sea su origen. A Trudeau le critica que no se ocupa del cambio climático y que se olvidó de los pobres.
Singh deja asentada sus posturas en las redes sociales. En Twitter tiene un perfil más político, mientras que en Instagram muestra fragmentos de su vida privada: aparece en su bicicleta hipster marca Gazelle, y se lo ve al escalar montañas y bailar en el casamiento de unos amigos sij.
Los críticos del legislador dicen que es puro estilo y que le falta sustancia, que no sabe nada de política económica ni tiene experiencia. Singh, que es diputado en el Parlamento provincial de Ontario, no tiene un asiento en el Parlamento federal, un paso importante si buscara ser premier. También necesita persuadir a los votantes de que su partido puede formar gobierno, aunque nunca tuvo el poder a nivel nacional.
La otra duda es si tendrá éxito en Quebec, la provincia de habla francesa de Canadá, donde los signos manifiestos de fe son mal vistos.
Todavía falta mucho para las elecciones de 2019 y cualquier cosa puede pasar, señaló Cochrane, pero aclaró que, por ahora, los liberales, con Trudeau a la cabeza, están bien posicionados. Además, indicó que aunque la popularidad del premier cayó, aún es alta. “De todos modos, la amenaza para los liberales es que Singh podría conquistar el electorado que hizo fuerte a Trudeau: los jóvenes, los profesionales urbanos y las minorías”, explicó el experto.
Un editorial de Toronto Star, el diario de mayor circulación en Canadá, planteó el desafío para Singh en estos próximos dos años: asegurar que la batalla contra Trudeau sea una competencia política fecunda y no de trajes y eslóganes vacíos.
Fuente: La Nación