El joven cineasta presenta ‘Mommy’, con la que obtuvo el premio del jurado en Cannes “No le veo el sentido a rodar películas sobre perdedores”, asegura.
Hay cierta preocupación, entre la prensa, antes de las entrevistas con Xavier Dolan. “¿Cómo estará?”, se preguntan los redactores. No es para menos, ya que se trata de sentarse ante el dr. Jekyll o Mr. Hide. Extraordinariamente feliz se presentó por ejemplo el director (Montreal, 1989) a recoger el premio del jurado en Cannes por su última película, Mommy. Al borde de las lágrimas, exaltó “la enorme ambición” de su generación. Pero el día antes, cuando se celebró este encuentro, la situación no fue tan paradisíaca. Y, entre la atención que el joven prestaba a cada plano de las televisiones y las pausas que se tomaba, las entrevistas se retrasaron más de una hora. Se trataba, eso sí, de charlar con un pequeño rey Midas, aplaudido y odiado casi en partes iguales.
Al fin y al cabo, este enfant terrible del cine canadiense no se cansa de batir récord. A sus 25 años acumula un currículo impresionante: cinco películas, cuatro de ellas estrenadas en Cannes y una en Venecia. Solo traicionó a La Croisette con Tom at the Farm, debido, se dice, a su enfado porque su anterior filme, Lawrence anyways no había seleccionado en la competición oficial sino solo en Una cierta mirada.
El rumor sugiere algo sobre la personalidad de un cineasta que despierta pasiones extremas. Sus fieles le adoran, sus críticos le tachan de pretencioso e insufrible. Todos, eso sí, reconocen su afán por la originalidad y la innovación. Y ahí está Mommy, rodada en 35 mm con una pantalla cuadrada, para demostrarlo. “Lo decidí desde el principio. Es cierto que por un lado es restrictivo y te priva de muchas opciones, pero me servía para centrar el foco del público sobre los personajes”, relata el director.
De cierta manera, el último filme de Dolan regresa hasta su primer largometraje. Porque la base argumental de Yo maté a mi madre (2009) es muy parecida: una progenitora que cría en solitario y entre mil peleas a su hijo susceptible y a veces violento. Pero, según el cineasta, las semejanzas acaban allí. Primero, porque en este caso interviene una vecina que convierte la relación madre-hijo en un triángulo. Y, luego, porque bajo la sinopsis yacen dos mensajes distintos. “Yo maté a mi madre narra una crisis juvenil y es un filme autobiográfico. Mommy, en cambio, es un conflicto existencial y no tiene nada que ver con mi vida”, defiende Dolan. De hecho, él mismo protagonizaba su debut, mientras que ahora se limita a quedarse detrás de la cámara. Y quizás su técnica se haya beneficiado de ello, al menos a juzgar por la mayoría de las críticas que han definido Mommy como su mejor película.
Sin embargo, hay constantes que Dolan no abandona nunca. El rol central de la música, por ejemplo, que considera como “el alma de las películas”. Aquí, Oasis, Dido, Céline Dion y Andrea Bocelli marcan el ritmo del filme y lo protagonizan casi tanto como sus personajes. Y luego está la fuerte apuesta visual del canadiense, que en Mommy llena de luz un relato con unas cuantas sombras. “Era crucial para mí que fuera una historia radiante de amor, valor y amistad”, ha repetido Dolan sobre la película.
“No tengo miedo por mi edad, ni me creo yo mismo límites por ello. Tampoco pienso que haya un momento apropiado para empezar a contar historias. No me siento ni joven ni viejo, solo intento narrar lo que me importa”, asegura Dolan. Sea como fuere, el director sí abandera el talento de su generación y pide paso para los nuevos creadores: “Más que un triunfo de Canadá o de Quebec querría que mi éxito fuera un mensaje internacional de esperanza dirigido a la gente de mi edad”.
De victorias, al fin y al cabo, está llena la vida de Dolan así como su filmografía. La receta del cineasta queda perfectamente clara en esta frase: “No le veo el sentido a rodar películas sobre perdedores. Tengo animadversión hacia todo documento artístico que retrate un ser humano a través de sus fracasos. Quería hacer un filme sobre ganadores, por mucho que al final caigan”. Ambicioso. O insufrible. Ustedes deciden.
Fuente: El País