El ex comandante guerrillero Salvador Sánchez Cerén asumió el cargo de presidente de El Salvador con la promesa de controlar unos alarmantes niveles de homicidios y proponiendo un gobierno de unidad nacional que permita sacar del pozo a la economía del país centroamericano. “Ejerceré la presidencia con austeridad, eficiencia y transparencia. Los recursos del pueblo son sagrados. No más corrupción”, dijo.
En una ceremonia en la que estuvieron presentes líderes de izquierda de toda América Latina como Rafael Correa, de Ecuador, o Evo Morales, de Bolivia, anunció, también, su intención de unirse al programa Petrocaribe, por el que Venezuela provee de petróleo subvencionado a los países de la región.
Sánchez Cerén, un maestro de 69 años de edad, es el primer gobernante excombatiente de de la antigua guerrilla del Frente Farabundo Martí para la Liberación, el FMLN, que ahora es un partido político plenamente integrado en la vida política y social del país, pero que protagonizó la sangrienta guerra civil que lo enfrentó entre 1980 y 1992 al Ejército, apoyado por Estados Unidos.
El testigo de Funes
Su antecesor en el cargo, Mauricio Funes, le traspasó la banda presidencial ante las ovaciones de solidaridad por la muerte de su madre, acaecida ayer, último día de su mandato. Funes, periodista de televisión, llevó por primera vez al poder al FMLN, aunque nunca empuñó las armas.
Pese a su pasado bélico, su aspecto bonachón, carácter afable y los programas sociales de su predecesor, le permitieron superar por escaso margen en las elecciones a su contrincante Norman Quijano, de la derechista Alianza Republicana Nacionalista (Arena). El Salvador tiene una de las tasas de homicidios más altas del mundo, por detrás de Honduras, Venezuela y Belice, según las Naciones Unidas.
Fuente: Reuters