La actriz, famosa por sus roles en Cleopatra y ¿Quién le teme a Virginia Woolf?, falleció a causa de una insuficiencia cardíaca congestiva; estuvo casada ocho veces.
Luego de un largo tratamiento por severos síntomas de insuficiencia cardíaca congestiva, esta mañana falleció, a los 79 años, Elizabeth Taylor. La triste noticia la dio a conocer la cadena ABC, quien informó que la actriz murió en el centro médico Cedars-Sinai de Los Ángeles, donde se encontraba internada.
A Taylor se le habían disganosticado problemas cardíacos en el 2004. Asimismo, fue operada de un tumor cerebral en 1997.
Taylor obtuvo dos veces el premios Oscar, por ¿Quién le teme a Virginia Woolf? y por Una mujer marcada. Por otro lado, la reina Isabel II de Inglaterra le dio el título de Dame (Dama). Además de su prestigio como actriz, la mujer de los ojos violetas también se hizo famosa por sus diversos matrimonios. La actriz se casó en ocho oportunidades: con Contad Hilton, Michael Wilding, Michael Todd, Eddie Fisher, Richard Burton (dos veces), John Warner y Larry Fortensky. De este último se divorció el 31 de octubre de 1996.
Trayectoria. Taylor nació el 27 de febrero de 1932 en Hampstead, Londres, y se inició en la actuación gracias al impulso de su madre, que desde chica la llevaba a castings para publicidades y participaciones como extra en distintas películas. En cuanto a esta insistencia, Taylor habría de declarar que la carrera de actriz le fue más impuesta que elegida por motus propio. Sin embargo, le fue sencillo comenzar a triunfar. Ya a los 12 años, y gracias al film de 1944 National Velvet, alcanzó la fama. Dos años después, a los 14 años, protagonizó El coraje de Lassie y Mujercitas, aunque el reconocimiento le llegaría con el famoso film El padre de la novia de Vincente Minnelli, donde formó dupla con Spencer Tracy.
Prestigio. La carrera de Taylor tuvo un ascenso meteórico gracias a sus trabajos junto a James y Dean y Rock Hudson en esa enorme película que fue Gigante y en El árbol de la vida, por la que recibió una nominación al Oscar como mejor actriz en 1957. Y si de grandes duplas hablamos, es imposible obviar la que formó con Paul Newman en El gato sobre el tejado de zinc caliente, que le dio una nueva nominación al Oscar y la primera al BAFTA. Su época de oro, sin duda, se dio a fines de los 50 y mediados de los 60, gracias a los films mencionados y a otros tales como De repente, el último verano (al lado de Katharine Hepburn y Montgomery Clift, nueva nominación al premio de la Academia incluida) y Una mujer marcada, por la que obtuvo su primera estatuilla dorada.
Cleopatra y la inmortalidad. Más allá de los grandes trabajos previos, si hubo un papel por el que todos recordarán a Elizabeth Taylor, ése es Cleopatra. El film no solo se convirtió en un descomunal éxito comercial sino que además su protagónico devino en un tempestuoso romance con Richard Burton, a quien conoció durante el rodaje y con quien se casó en dos oportunidades. Posteriormente, su filmografía comenzaría a perder brillo, a pesar de que en 1966 protagonizaría ¿Quién le teme a Virginia Woolf?, junto a Burton. Gracias a su inolvidable interpretación, recibiría su segundo y último Oscar.
Escándalos y problemas de salud. Más allá de su celebrada carrera, Taylor, como dijimos, alcanzó la fama por su intensa vida matrimonial y en diversas oportunidades estuvo en el ojo de la prensa por su adicción al alcohol y sucesivos problemas de salud. Taylor sufrió una lesión de columna por la que fue intervenida varias veces y un turmor cerebral por el que debió ser operada en el año 1997.
Asimismo, la actriz fue reconocida por labor humanitaria, vista claramente en su permanente lucha contra en sida que impulsó la muerte de su amigo Rock Hudson. Debido a esta tarea, Taylor fue galardonada con el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia en 1992. Muchos recordarán, también, su participación en el concierto tributo al líder de Queen, el inolvidable Freddie Mercury. Otra de las grandes amistades que forjó fue con Michael Jackson. De hecho, el Rey del Pop le había escrito una canción titulada “Elizabeth, I Love You”, y ella estuvo a su lado en los tribunales cuando el músico fue acusado de abuso infantil.
Acaso la mejor manera de recordarla sea teniendo en cuenta su particular manera de afrontar la adversidad – fundamentalmente sus problemas de salud – con un mantra al que siempre le hacía justicia: “El éxito es el mejor desodorante, porque permite borrar todos los malos olores del pasado”. Tampoco olvidemos su peculiar sentido del humor que la hizo refererirse a sus ocho matrimonios con admirable soltura: “Mi madre dijo que cuando nací no abrí los ojos por ocho días pero que, cuando lo hice, lo primero que hice fue ver un anillo de compromiso”, declaró una vez Taylor, entre risas.