Para la obra original de “The Wall” todo comenzó en 1977, cuando Roger Waters lanzó un escupitajo sobre un fan en el estadio olímpico de Montreal al término del concierto que cerró la larga gira “In the Flesh”.
En su primera adaptación mundial a la ópera “The Wall” de Pink Floyd obtuvo un gran éxito la noche del sábado en su estreno en Montreal, donde esta idea nació hace unos cuarenta años en la imaginación de Roger Waters.
De pie, la multitud aplaudió durante largos minutos al bajista y alma del grupo Pink Floyd, invitado por los cantantes y coristas a subir al escenario para saludar al término de la función de “Another Brick In The Wall” (Otro ladrillo en la pared).
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Para la obra original de “The Wall” todo comenzó en 1977, cuando Roger Waters lanzó un escupitajo sobre un fan en el estadio olímpico de Montreal al término del concierto que cerró la larga gira “In the Flesh”.
Agotado y deprimido, Waters sacó de este episodio la trama para una ópera-rock, que se estrenó en 1979 y la cual escribió casi en su totalidad aunque el guitarrista David Gilmour contribuyó ampliamente al éxito del doble álbum, el más vendido del mundo.
En “The Wall”, el músico se vuelca a la introspección de su malestar. En su modo de ver, Pink, el protagonista, se encierra y aisla, sobreprotegido por su madre después de la muerte del padre en la guerra, engañado por su esposa y los rodeos propios de las estrellas de rock.
Con ese muro metafórico, ilustrado con un decorado sobrio pero lleno de efectos de video, el espectador es devuelto rápidamente a la realidad geopolítica.
En todo el mundo, los muros son erigidos para, muy a menudo, detener a los migrantes en su búsqueda de consuelo tras la desesperanza. Como Pink en “The Wall”.
Waters también está dispuesto a llevar a la frontera entre Estados Unidos y México, donde el presidente Donald Trump quiere construir un muro para impedir la migración ilegal, el musical “The Wall”.
El compositor Julien Bilodeau, apenas mayor que la obra de Pink Floyd, reescribió una composición sin apartarse del espíritu del rock y que logró plantear un ópera sin desencantar a los numerosos fans de Roger Waters.
Dominic Champagne dirigió la puesta en escena de este clásico de la música de los años 1980, donde unos sesenta coristas-actores ilustran el infierno del encierro.
El barítono Etienne Dupuis interpretó a Pink en la obra.
A las siete funciones previstas inicialmente por la ópera de Montreal, se sumaron otras tres, y los organizadores iniciaron los contactos para llevar el espectáculo a otras escenarios de Norteamérica antes de cruzar el Atlántico.