Hace poco mi papá me dijo que el tiempo era como lavarse la cara. Es más, el agua que botas, que la que realmente te llevas a la cara.
En Oxford me hospede en una casa antigua y elegante de estilo inglés, de esas que se ven en las películas. La habían convertido en Hotel y estaba bien ubicada.
El primer día fui a conocer los College, que son las residencias universitarias, que sirvieron para ambientar Harry Potter. Empezó a llover a cántaros y me quedé parada frente a uno viendo sus estudiantes.
Eran mujeres que llevaban empapado el uniforme (usaban capa igual que en la película), el pelo les escurría y seguían caminando tal cual. La mayoría iba sin paraguas, hablaban entre ellas como si la lluvia no las tocara.
Mi entendimiento era tan corto que le pregunté a mi hijo si las dejarían entrar así a clase. –Mamá, cualquiera de esas mujeres que va caminando ahí, en unos años puede ser un Premio Nobel. – ¿Qué les puede representar la lluvia, comparada con los disparos que recibió Malala? que es compañera de ellas.
-Todas esas mujeres tienen claro cuál es su propósito no solo para hoy, sino para sus vidas.
Con nostalgia pensé en mí misma. Me hubiera gustado a la edad que ellas tienen, haber ido con ese paso firme.
Respiré hondo, miré al cielo y pensé, -estoy viva y aún tengo tiempo.
Entendí que solo necesitamos ser tan cuidadosas como ellas cuando nos “lavamos la cara”, si en verdad queremos llegar.
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Cuando quieres recuperar tú autoestima y te sientas lista para aprender realmente cómo seguir adelante, lee mis libros de principio a fin, porque en ellos aprenderás a lograrlo. Un abrazo, bendiciones y gracias porque al leerme, me das la oportunidad de escribir. Con todo cariño, Tatiana