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-“¡Vámonos de viaje por favor!” Exclamó Fabiola, no entendía el motivo de su petición, hace poco que se había ido de vacaciones con su familia y en menos de seis meses, tuvo un viaje de mujeres con sus amigas.
¡Ay Fabiola! Tremenda mujer, mente y actitud de niña envuelta en una piel morena, tan morena que brilla, tan brillosa que no se necesita luz, ojos pequeños, muy hermosos pero algo chicos a mi parecer, sus piernas ¡Tremendas piernas! Largas y siempre perfectamente lisas, tan lisas que mis manos patinan sobre ellas. A todo esto, nada se puede comparar con la verdadera belleza de Fabiola, su mente, su cabeza y sus ideas que siempre se alinean para que no la pueda entender, jamás pude comprenderla, a veces siento que ni ella misma se entendía, pero eso era lo que nos mantenía juntos, eso fue lo que me enamoró.
-“¡Cariño! ¿A dónde quieres viajar? Hace poco que regresaste a casa ¿Nuevamente quieres irte?” Mi pregunta hizo que Fabiola bajara la cabeza y comenzara a pensar.
-“Es que… quiero irme, no sé a dónde pero quiero irme contigo. Vayamos a cualquier lado, uno donde no nos encuentren, aquel cuya avenida sea la felicidad y su calle principal el amor. Deseo que me vuelvas hacer sentir en las nubes, llévame al cielo como lo solías hacer, mínimo quiero ver el cielo una vez más para recordar que se siente.”
Al escuchar su respuesta, terminé bajando la cabeza, entendí que ella deseaba huir, no deseaba permanecer en su presente. La abracé, supo que por fin yo había comprendido que su amor hacía mí era más fuerte que el propio tiempo y espacio… ¡Ay Fabiola, ojalá todo fuera tan fácil! Ojalá pudiera cambiar su sentir, sé lo que se siente, en algún momento quise huir, quisiera contestarle con una simple caricia que nos haga perder en el espacio, por desgracia no soy su salvación.
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