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Hay vivencias que guardo, secretos que mantengo callado y hasta verdades ocultas que jamás saldrán a la luz. Hay un mar de sentimientos que invaden el cuerpo de un genio con gran genio que resalta por su ingenio y que hoy se desvanece con estas letras que amargan la poesía del enamorado.
La vida está llena de decepciones, el amigo que te traiciona, la oportunidad que no llega, los sueños que se deben guardar en la gaveta más profunda, aquella que es imposible de encontrar, aquella que se protege con varios candados que tratan de evitar la presencia del perdido que busca ser encontrado.
Durante mucho tiempo mi alma era llamada por los hombres que hacen pacto con el dinero sin saber que yo era uno de ellos, la estabilidad económica no compra la salud espiritual ni mental. Tarde comprendí que la vida se resume en el presente, el pasado es el mero espejismo donde varios se pierden y aunque creen encontrar respuesta, la réplica de las preguntas se encuentran en el día a día, se logran hallar en la plática diaria que se tiene con uno mismo. Cuestionar es sinónimo de vivir.
Vivir se trata de caminar, en momentos estaremos en calles largas que parece no tener fin, callejones que no tienen salida, pero siempre habrá una barda enorme que puede ser traspasada con un simple salto. Arriesgarse es la clave para descifrar los grandes mitos de las generaciones pasadas y comenzar a crear los de las nuevas.
Quitemos del diccionario la palabra fracaso y pongamos en letras gigantes la de ÉXITO, sustituir el prejuicio y el miedo, crea perspectivas diferentes, crea leyendas en tierra de cobardes, crea líderes que manejan algo más problemático que una armada, manejan el pensar y sentir de los pueblos que se manejan con falsedad, ansiedad y depresión.
Conexión sin meditación es lo que hace falta para mover al mundo que se lleva dentro de la cabeza y es la guerra interna con el corazón, que cualquier humano necesita para resolver la incógnita de la felicidad.
Con 24 comprendo que sé lo que representa una hoja, la vida y el universo representan un bosque. El único deseo que podría pedir es que no recuerden al escritor, al talentoso poeta que nunca tuvo motivo para escribir, tampoco que resuene en ausencia el hijo, el hermano, el novio… recuerden al chamaco que se sentaba en un balcón, en el borde de un barranco, en medio del parque que queda cerca de la biblioteca en donde un día lloró hasta que se animó a lanzar su obra. Recuerden al chiquillo que soñaba con una pluma en mano, que pasó por depresión y aún así cruzó un camino que representaba esfuerzo, dolor y pasión, sacrificando su propia estabilidad para hoy por fin, ser feliz.
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