Canadá, el país que aspira a ser líder en la industria de la inteligencia artificial, está perdiendo su ventaja en este sector; muchas de las mentes brillantes, especialistas y startups están migrando a compañías como Google o a universidades como Carnegie Mellon.
Con un sector tecnológico cuyo tamaño es un tercio del de California, Canadá ha frustrado expectativas al convertirse en un líder en el pujante mercado de la inteligencia artificial.
Las tecnologías pioneras desarrolladas en laboratorios canadienses pueden ser encontradas en el algoritmo para el reconocimiento de rostros de Facebook, la aplicación de fotos de Google, el reconocimiento de voz en los teléfonos inteligentes e, incluso, en los robots japoneses.
Ahora Canadá se arriesga a perder su ventaja en inteligencia artificial por causa de Silicon Valley.
Varios de los principales investigadores y profesores canadienses han desertado a compañías tecnológicas estadounidenses, como Google.
Las universidades más reconocidas también están reclutando a los expertos en inteligencia artificial. Son fuertemente demandados porque la tecnología emergente apuntalará la próxima ola de innovación: desde coches sin conductor y asistentes personales, hasta prótesis inteligentes y robots industriales.
“Estamos perdiendo nuestro mejor talento, el talento a todo nivel”, dice Ajay Agrawal, profesor en la Escuela de Negocios Rotman de la Universidad de Toronto. “Aunque tuvimos esa ventaja, se nos está escurriendo entre los dedos”.
Los miembros actuales de la comunidad canadiense de inteligencia artificial están tratando de proteger lo que ayudaron a construir. Una startup llamada Maluuba, que desarrolla tecnología que ayuda a los ordenadores a hablar, está abriendo una oficina de investigación en Montreal; la Universidad de Toronto ha inaugurado un acelerador de startups y este otoño lanzará un programa dedicado a la investigación en inteligencia artificial.
Dos científicos investigadores en la instalaciones de Maluuba en Ontario, Canadá, escribiendo un loop de Inteligencia Artificial y código.
APUESTA ARRIESGADA
La fuga de cerebros amenaza con debilitar un ambicioso y largo esfuerzo de los canadienses y de los gobiernos provinciales para aventajar a otros países en inteligencia artificial. A mediados de la década pasada, el Instituto para la Investigación Avanzada en Toronto, respaldado por el gobierno de Canadá, hizo una apuesta arriesgada en la entonces oscura tecnología llamada redes neuronales. En resumen, los ordenadores aprenden a escribir sus propios programas para tareas tan complejas como el reconocimiento de imágenes o el procesamiento de discursos.
Con financiamiento y un amplio margen para experimentar, un pequeño grupo de investigadores hizo varios descubrimientos tecnológicos que terminaron en una variedad de aplicaciones comerciales y para consumidores. Un ejemplo: el DeepFace de Facebook, el software de reconocimiento de imágenes basado en una investigación canadiense que puede mirar dos fotos y decir si contienen el mismo rostro. La iniciativa canadiense de inteligencia artificial es un caso de política industrial que realmente funcionó.
CAZA DE TALENTO
Silicon Valley lo notó y barrió con el mejor talento canadiense. En un período de tres años, la Universidad de Alberta perdió a su influyente profesor Kevin Murphy, quien se fue a Google; el investigador de la Universidad de British Columbia, Nando de Freitas, se mudó a la Universidad de Oxford y ahora también trabaja medio tiempo en Google, y el respetado profesor de la Universidad de Toronto Ruslan Salakhutdinov recientemente dijo que se irá a trabajar al Departamento de Aprendizaje Mecánico de la Universidad Carnegie Mellon.
Mientras tanto, las firmas tecnológicas estadounidenses han estado adquiriendo startups canadienses de inteligencia artificial a un ritmo constante. En 2013, Google compró DNNresearch, una startup de reconocimiento de imágenes cofundada por el profesor de la Universidad de Toronto Geoffrey Hinton, quien ayudó a desarrollar la tecnología de red neuronal. Twitter recientemente compró Whetlab, una startup de aprendizaje mecánico, entre cuyos fundadores están cuatro estudiantes de la Universidad de Toronto.
Mientras Canadá se ha aferrado a muchos de sus investigadores en inteligencia artificial, la pérdida de sus mayores pensadores como Salakhutdinov podría minar la habilidad del país para cultivar a la próxima generación de estrellas de inteligencia artificial. Y como las startups han sido arrebatadas por compañías estadounidenses, Canadá se arriesga a perder su sueño de construir una nueva industria que pueda ayudar al país a trascender su excesiva confianza en la extracción de recursos y en la generación de ingresos por impuestos.