Fui víctima del pánico escénico
Esta es la introducción de mi décimo tercer libro; No soy psicólogo, ni psiquiatra, ni terapeuta, ni nada que se le parezca, soy un enfermo emocional que ha tocado fondos, fondos severos y he logrado trascenderlos para disfrutar ahora, de plenitud y de una libertad absoluta. Sufrí demasiado por mis miedos, a pesar de que nací en la radio, entre trasmisores, antenas, consolas, micrófonos, discotecas, nací con un fuerte pánico al micrófono, un miedo tremendo a hablar en público. Mi padre fue pionero de la radio en el estado de Chihuahua, México, Don Domingo Salayandia Nájera, periodista cabal, hombre ejemplar, comunicador y periodista que se destinguió por su alta vocación de servicio, fue una magnífica escuela para mí y he tratado de ejercer la herencia humana que me gestó. No tuve el valor de levatar la mano y participar en el salón de clases, aunque sabía las respuestas de las preguntas que formulaba el maestro, me quedaba lleno de frustración, inmovilizado, sin ese carácter, de igual manera, me traumaba en una mesa de algún evento social, quince años o boda, todos contaban chistes, se reían, platicaban y yo deseaba enormemente contar un chiste, pero me dominaba el temor a contarlo mal, a que no lograra provocar las risas o de plano, a que se burlaran de mí y así, fui víctima de mi inseguridad gran parte de mi vida.
Hablar en público
Se me hacía un nudo en la garganta, me daba la incómoda tosecita de nervios, se me secaba la boca, me ponía rojo, invadido por el bochorno, me sentía totalmente incómodo, sudaba de pies a cabeza, titubeaba, tartamudeaba, perdía las ideas, decía una cosa cuando en verdad quería decir otra, me llenaba de impotencia y frustración, afloraban en mí muletillas, todas, por supuesto que todo el mundo se daba cuenta de mi inseguridad, de mi fobia al micrófono y a hablar en público, en ese sentido, conozco lo que una persona sufre cuando no puede dominar el pánico escénico, simplemente por que de ahí vengo.
Una tribuna hueca
En Oceánica, una de las clínicas más caras del mundo, durante mi internamiento de 35 días, subía a tribuna con muchas dificultades, me bloqueba, no sabía manejar mis sentimientos, ni mi interior, hoy me doy cuenta de los grandes errores que cometía, por ejemplo, aparentar ser lo que no era, no hablaba para mí, buscaba la aprobación y el reconocimiento del grupo, no tenía la más mínima idea de las técnicas para hablar en público, mi cuerpo estaba rígido, tenso, y mi cara, como de limón agrio, de miedo y de pocos amigos, nulo lenguaje corporal positivo y en el centro de rehabilitación, 7 años después de mi internamiento en Oceánica, no subía a tribuna, duré cerca de un mes sin usar esta herramienta para mi recuperación, el día en que tuve mi despertar espiritual, cerca de los dos meses de este proceso, duro, lento y fastidioso, ese mismo día, se manifestó la tribuna y tuve otro despertar espiritual cuando empecé a hablar, y hablé por un lapso de dos horas, lloré, saqué mis resentimientos, me derroté, hice una verdadera catarsis y sentí la gran importancia que tiene la tribuna para mi recuperación, pero volviendo al tema, puede hablar en público con seguridad, libertad y lo más importante, hablé para mí, no para los demás.
Años de frustración
Conozco toda la energía negativa que genera el no tener la libertad de hablar, cómo hablar en público en un salón o aula, el querer decir algo, el contar un chiste, el opinar de algún tema y no poder, no logarlo por miedo. Siempre quise contar chistes y cuando contaba uno, nadie se reía, no tenía la gracia, no ligaba ideas y el chiste era un fiasco, por muy bueno que fuera, tuve dificultad para socializar con las mujeres, tenía que estar alcoholizado para armarme de valor, crecí con mucho miedo hacia mi padre, miedo que perdí casi al final de la vida de él, pero siempre hubo esa enorme barrera y me perdí de grandes oportunidades por mi inseguridad, debido también a mi autoestima baja, a la ausencia de confianza y de amor en mí mismo, le dí demasiada importancia al que dirán, me fijé una seria preocupación por buscar la aprobación de los demás, es decir, vivía para ellos, no para mí y no disfruté de la vida, ni de las grandes ocasiones, porque reprimí emociones y no fui libre, por ello, cuando alguien llega a mi estudio con todas esas características, sé como puedo ayudarle, transmitiendo mi propia experiencia.
Nada es para siempre, ni bueno ni malo
La inseguridad genera un mundo de emociones encontradas y en la vida, he estado escuchando tantas incongruencias de infinidad de personas que se justifican, recuerdo, en un taller titulado, Calidad y Calidez en la Cátedra, el que permite al maestro a usar las herramientas y técnicas para moverse como pez en el agua, expresarse con voz fuerte, firme, con una actitud positiva, un lenguaje corporal asertivo primordialmente para que los alumnos no se te duerman o se aburran, hubo un viejo abogado, que me dijo.- No pienso cambiar, así lo he hecho todo el tiempo y me ha funcionado, por lo que no voy a cambiar.- El demostraba una rigidez absoluta en cara, voz y cuerpo, en la medida que se fue desarrollando el taller, fue cambiando, y al final, el disfrutó de los grandes beneficios del taller, que se fundamentan en que la persona obtenga y desarrolle, una total armonía, ya que estando en armonía, se gesta confianza en sí mismo y controlando ansiedad, nerviosismo; las exposiciones son magníficas, por demás excelentes, pero el principio, es vencer la negación y aceptar que se tienen limitantes, y estas limitantes, son marcadas por el resto del grupo que toma los talleres.- ¿Aceptas la crítica? ¿Quieres ver como te ve el grupo?.
La actitud, ante todo
Estoy retomando mi libro décimo tercero, hace algunos años que lo terminé y lo dejé dormido, ahora, vuelvo a empezar este 22 de Octubre del 2014, con el ánimo de que sea útil a toda aquella persona que sufra por lo que yo sufrí, aclarando, que hay infinidad de libros para hablar en público, pero ninguno maneja el concepto emocional, ni las herramientas y técnicas que suministro, sustentadas en mi propia experiencia, en los resultados que le he brindado a infinidad de personas, la mayoría mujeres con ese apetito de superación que las distingue. Estoy seguro que este esfuerzo, tendrá efectos positivos, para todo aquel que quiera vencer sus propios fantasmas, para el que está buscando seguridad y tiene deseos inmensos de superación, el hablar bien, hablar sin miedo, hablar en público, es la llave del éxito, el picaporte al triunfo, pero el ingrediente básico está en ti, en tu actitud positiva, en decretar, sí se puede, en decirte a ti mismo, yo puedo, yo quiero, yo voy a lograrlo, en mis últimos 15 años he brindado capacitación emocional a travez de mis talleres, conferencias, pláticas y terapia, los cambios que las personas que me han hecho el favor de acercarse a mí, han sido, en la gran mayoría de los casos, por demás sorprendentes, muchos, dejaron de tartamudear, de titubear, perdieron la pena y abandonaron el bochorno o la risa de nervios, erradicaron muletillas, mejoraron su dicción, superaron sus miedos, adquirieron las herramientas y técnicas para la comunicación asertiva, ganaron de por vida, una buena dósis de armonía y paz interior.
Yo tengo el poder
No es soberbia, quien tiene el micrófono y el uso de la palabra, tiene el control del evento, el poder de la comunicación, y muy seguido, a veces dos ocasiones por semana, visito escuelas primarias y secundarias, voy a eventos con más de 3 mil estudiantes y tengo la enorme satisfacción de ganarme el respeto del auditorio con silencio absoluto y el reconocimiento a mi trabajo, cuando ganas el silencio y que te escuchen con atención los adolescentes, que muchos de ellos traen una ansiedad a mil por hora, me gusta también, participar en la televisión, en mis programas, en mis espacios y en las entrevistas que me hacen, lo mismo en la radio y me gano el reconocimiento y los aplusos en cada escenario que piso, no dejo de observarme y detectar mis errores, de escuchar las muletillas que digo o los errores que cometo, este aprendizaje es constante, pero aquí, vas a encontrar las bases, creelo, funciona, en la medida que tú quieras que funcione. Gracias por leerme y más por escribirme.- [email protected] 614-410-0158 Visita mi página crisiscreces.com Búscame en Facebook.
Por Ernesto Salayandia García