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Apelar a la energía hidroeléctrica canadiense no es nada nuevo para la Nueva Inglaterra. Pero la propuesta del gobernador de Massachusetts Charlie Baker de autorizar contratos a largo plazo entre las plantas y los productores hidroeléctricos es considerada una medida potencialmente decisiva para la región.

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No todos confían en la utilidad de la medida, y la cuestión de cómo recibir la energía canadiense a gran escala sigue siendo una incógnita. Entre varios planes que todavía no cuentan con aprobación final se encuentra el proyecto del Paso Norte, por 1.400 millones de dólares, destinado a traer 1.090 megavatios de energía del Quebec vía New Hampshire hasta la Nueva Inglaterra, y una línea de transmisión de 1.000 megavatios por debajo del lago Champlain en Vermont. Un solo megavatio puede suministrar energía hasta a mil viviendas.

Sin una infusión hidroeléctrica, Baker cree que su estado no podrá cumplir su meta para el 2020 de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 25% respecto de los niveles de 1990. Más allá de ese objetivo, el gobernador y otros líderes regionales apuntan a la necesidad práctica de reemplazar la generación de electricidad que está desapareciendo paulatinamente.

Varias plantas impulsadas a petróleo y carbón, en su mayoría en Massachusetts, han sido cerradas en los últimos años. La planta Pilgrim de energía nuclear en Plymouth cerrará en 2019. Otra instalación nuclear, Yankee de Vermont, cerró en 2014.

En total, varias plantas que generaban 4.200 megavatios de energía cerraron o cerrarán pronto, e ISO-New England, la operadora regional, ha calculado que otros 6.000 megavatios están en peligro de perderse para el 2020.

Massachusetts, el estado de mayor población en la región, suele representar la mitad de la demanda en un día de semana típico. Baker advirtió que si no se reemplaza la energía perdida, el estado y la región quedarían a merced de un incierto mercado mundial de energía y se vería obligado a depender más de los combustibles fósiles. La legislación permitiría que las compañías de distribución de electricidad, en cooperación con el estado, ofrecieran licitaciones competitivas para acuerdos a largo plazo con productores hidroeléctricos. Funcionarios del gobierno consideran que no podrían concretarse sin el incentivo de contratos a largo plazo.

Matthew Beaton, secretario de energía y ambiente de Baker, dijo que Connecticut y Rhode Island ya autorizaron contratos a largo plazo pero que aguardan a que Massachusetts haga otro tanto.

Por otra parte la Asociación de Generadores de Energía de Nueva Inglaterra se opone al plan de Baker por considerarlo innecesario y demasiado costoso. “Subsidiar la dependencia excesiva de una fuente de electricidad propiedad de un gobierno extranjero conduciría a la pérdida de empleos y aumentaría las cuentas de electricidad por décadas”, afirmó Dan Dolan, presidente del grupo.

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